jueves, 25 de julio de 2024

 

RECUERDOS DE LAS FIESTAS

Abocados al comienzo de nuestras fiestas patronales en el mes de agosto, nos llegan recuerdos de otras en años anteriores, que se agudizan y vuelven a ser protagonistas con la misma belleza y felicidad de sus vivencias reales; aunque éstas ocurrieran hace … casi cinco años, (la última nuestra); por no decir durante los cuarenta y un años de nuestra unión matrimonial.


   Siempre adquiríamos el tradicional Libro de Fiestas para enterarnos de todo lo que iba a realizarse ese año, y  programábamos los eventos a los que deseábamos asistir: Especialmente estuvimos presentes en “las presentaciones de las reinas y sus damas”, más “el día de sus  coronaciones y galas literarias”.

   Carmen y yo, hubo años que, para tener las entradas aseguradas y buen sitio en dichas ceremonias tradicionales, nos íbamos a las taquillas una hora y media antes del comienzo, y nos colocábamos en la fila de los más madrugadores para entrar al recinto de los primeros. (Allí, casi siempre coincidíamos, entre otros muchos entusiastas, con Antonio García Morales, su esposa, familia y amigos); pues, por aquellos años, solían estar abiertas dichas taquillas una hora y media antes del comienzo de los preciosos actos de presentación y gala literaria. (Algún año no estuve allí con ella desde el principio en la cola ante las taquillas, y  a la hora de entrar, más o menos calculada, nos juntábamos).

   Nos gustaba bailar, y era irresistible no hacerlo cuando aquella conocida y magnífica orquesta hacía sonar los comienzos de “Arrivederchi María” con la voz templada y sutil de Santiago. Los primeros en salir a la pista de baile eran mis cuñados Bernardo y Conchi; y Carmen y yo, íbamos inmediatamente después. Al compás de la melodía, lenta y emotiva, bailaban unidos nuestros cuerpos con embeleso, dejándonos muy marcados en el alma aquellos bellos momentos ─hoy recuerdos─ como de los más deliciosos e imperecederos.

   Y, aquellos otros pequeños placeres de feria, tan comunes y populares, como sentarse en una de las churrerías para tomarnos “unos cuantos”  con chocolate, o tal vez, en café con leche. Otras veces, atraídos por el ambiente bullicioso y el olorcillo de las barbacoas, probábamos otros manjares de feria, como los pollos asados con unas cañas frescas de cerveza; también nos inclinábamos, en ocasiones, por los “pinchos morunos” y, ¿cómo no?, por algún vinillo suculento y dulce de aquel clásico gran tonel que nos visitaba todos los años.

   Los lentos paseos entre la multitud, con tantos sonidos estridentes, rancios olores de barbacoas, cansancios finales y pieles necesariamente sudorosas, eran atributos tradicionales de nuestra feria popular, querida, deseada y, especialmente  cambiante: porque, para las familias, en general, nunca será igual una feria determinada que otra anterior. Existirán ausencias, viajes, enfermedades, bodas y nacimientos, eventos municipales con sus comentarios diversos, etc. que las harán distintas a las de años pasados.

   Así quiero yo recordar las mías con Carmen, con mi mujer siempre al lado. Y las ferias y fiestas cuando nuestros hijos eran pequeños, son otra historia.

   Algunas personas, con el paso de los años y sus circunstancias especiales,  podrán dejar de participar en las ferias y fiestas actuales o venideras, por sus particulares sucesos y duelos. Y, llegados estos días de preparación, antesala de los acontecimientos festivos y literarios que acaecerán, …sintiéndolo mucho, esas personas, tal vez, no asistan ni participen en ellas; aunque, recordando los actos y fiestas ya experimentadas en otros años, podrán imaginar las nuevas: Y volverán aquellos lejanos recuerdos, con escenas bulliciosas y felices de sus vidas junto a sus parejas perdidas, pero que regresarán mentalmente para ser protagonistas de nuevo en tantas escenas felices, ya pasadas; cuando ellos dos eran dichosos cada día de feria; cuando su sana madurez era todavía floreciente y atractiva; cuando sus cuerpos vibraban placenteros al unísono,  sin sospechar siquiera por un instante que, a uno de ellos, le llegaría su último año de feria y fiestas, y sus esperanzas y destinos cambiarían para siempre.

ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA


jueves, 18 de julio de 2024

 

DE LAS FAMILIAS EN LA  RODA DEL PASADO




(Como siempre, escribo este artículo en las páginas de  mi “blog” LA RODA, MI PATRIA CHICA, a través del ordenador, con pantalla grande y  amplios renglones, pensando que, después, será leído cómodamente en pantallas similares de ordenador o de “tablet”. Pero, comprendiendo que la mayoría de los lectores ─por costumbre arraigada y rapidez─ preferirán intentarlo en  la pequeña pantalla de su móvil, les facilitaré su lectura, publicándolo también en “Facebook”. ¡Gracias!)


   Siempre, es muy interesante saber los nombres y apellidos de las personas que vivieron en La Roda en una época  determinada. Nos sirve para aclararnos en muchísimos temas, especialmente en temas familiares, de historia y genealogía.

   Allá en los años 1996 y 1997 publiqué en la entrañable revista local “Plaza Mayor”, en los ejemplares 23 al 55, un antiguo censo  con los nombres de las personas que vivieron en La Roda del año 1857;  y  después, en los años 2008 y 2009, en la misma recordada revista, en sus ejemplares 96 al 103, publiqué otro censo rodense más antiguo, del año 1752.

   Pero siempre deseé encontrar algún censo o padrón mucho más antiguo todavía, por ejemplo del siglo XVI, pues, por entonces, fue cuando los curas de La Roda empezaron a anotar en los libros de la iglesia los bautizos, los matrimonios, las defunciones, testamentos…de las personas del pueblo. Y un censo de entonces, más los libros de la iglesia mencionados, serían unas fuentes importantísimas de investigación que se complementan entre ellas.

   Lo estuve buscando y, sí que existía ese censo o padrón, concretamente del año 1586, (está en el Archivo General de Simancas); precisamente es del mismo año que el rey Felipe II ordenó formar dos corregimientos o partidos en el Marquesado de Villena, donde estaba integrada La Roda; y desde aquella reforma, nuestra villa quedó separada administrativamente de los lazos medievales que la unían con otras localidades del obispado de Cuenca, que formarían el “Partido de arriba” o “Corregimiento  de San Clemente”, con capital en la villa de San Clemente, más 16 villas que, pertenecían al obispado de Cuenca.

   Pero, La Roda, a pesar de ser del obispado de Cuenca, fue incorporada  al “Partido de abajo” o “Corregimiento de Chinchilla”, con localidades pertenecientes al obispado murciano de Cartagena, formado por las ciudades de Chinchilla y Villena, mas nueve villas: La Roda, Albacete, La Gineta, Tobarra, Hellín, Yecla, Sax, Almansa y Ves. (Sin embargo La Roda continuó en el obispado conquense hasta 1950).

   En el padrón mencionado de aquel año 1586, se pueden encontrar muchas curiosidades. Por la antigüedad de la fecha, los personajes que aparecen, los cabeza de familia, podrían ser los abuelos  ─ahora ya conocidos─ y más ancestrales en los orígenes de los linajes de esta localidad. Muchas familias actuales, tal vez, empezaran a surgir con sus primeros ancestros conocidos desde entonces. Y dicho padrón fue realizado “a calle hita”, expresión antigua que significa: calle por calle y casa por casa, sin dejar alguna por anotar.

   Aparecen sólo los nombres de los/as cabeza de familia con un apellido en la mayoría, y algunos con los dos apellidos; pero, a veces, llevan un tercer dato que puede indicar el oficio (pastor, sastre, espadero, zapatero, tejedor, procurador, mesonero, etc.); o un defecto, una peculiaridad ( el viejo, el sordo, la viuda, el mozo…);  y unos pocos de los vecinos llevan otro dato más con su distinción municipal ( regidor, fiel ejecutor, etc.).

   Hay varias agrupaciones en la lista: En una primera, de las familias o vecinos “pecheros” de la localidad, constan 515. En otro apartado o lista están los hidalgos, nombrándose a 18, que ya sabemos estaban exentos de pagar ciertos impuestos; pero que ¡sí pagaban los demás “vecinos pecheros”!; y por eso ponían las familias hidalgas los escudos heráldicos de piedra de sus linajes en las fachadas de sus casas, para que supieran  sus vecinos y el ayuntamiento que allí vivía una familia hidalga, exenta de pagar contribuciones.

  Algunos personajes nos resultan muy conocidos genealógicamente por existir más de un pétreo escudo nobiliario en  nuestra villa; como los “Pérez de Oviedo” que curiosamente están anotados así: Francisco Pérez de Oviedo el viejo; Juan Pérez de Oviedo el mayor; Diego Pérez de Oviedo el viejo; y Diego Pérez de Oviedo Chacón.

   Arces sólo había uno, y ya hemos dicho que no figuran las esposas ni los hijos, sólo  el cabeza de familia: Juan Alonso de Arce regidor,  pues su numerosa red de personajes Arce posteriores que conocemos genealógicamente, no habían proliferado todavía. Del apellido “de la torre” estaban: Diego de la Torre regidor, Diego de la Torre Alarcón, y Diego de la Torre.

    Los clérigos figuran 9. Los menores eran 117. Las familias moriscas 27. Y “los de la Fuensanta y ribera del Xúcar” eran 17 familias.  En total, en la lista del padrón de La Roda había 703 vecinos o familias. (Ya sabemos por los redactores de las famosas “Relaciones Topográficas de Felipe II”, de 1579, que antes llegó a tener esta localidad hasta 800 familias o vecinos, pero por diversas razones, especialmente por el pago creciente de las “alcabalas”, se habían marchado muchos vecinos a otros lugares de señorío, etc.).

   Buscando en la lista de vecinos “pecheros” encuentro a Pedro de Zavala (pero escrito con cedilla), que ya lo conocemos: era el maestro cantero o arquitecto vasco que estaba edificando la torre desde la subasta de las obras en 1581. Y con las familias Carrasco nos podríamos hacer un pequeño lío o confusión, porque aparecen algunos nombres y apellidos iguales, pero sabemos que fueron distintos sus personajes. Y éstos, como cabeza de familia eran:  Juan Martínez Carrasco; Juan Martínez Carrasco; Juan Carrasco regidor; Pedro Carrasco alférez; Pedro García Carrasco pastor; Pedro Carrasco García;  Rafael Carrasco regidor; Rafael Carrasco; Campillo Carrasco; Miguel Carrasco; Juan de Escobar Carrasquilla;  y Doña María Carrasco. (Si les encontráramos a los personajes anotados sus correspondientes parejas e hijos, podríamos hacernos una idea de los muchos componentes que existían del apellido Carrasco, ya en el año 1586.

   A partir de esas mencionadas listas del referido padrón, (“Padrón de Alcabalas de La Roda ,1586”. A.G.S. exp. de Hacienda, leg. 202; “Averiguaciones de rentas y vecindarios del Marquesado de Villena, 1586”. Publicado por el historiador conquense Ignacio de la Rosa Ferrer), con el paso de los años, y hasta llegar a los posteriores censos ya mencionados de vecinos rodenses, sumando también las otras fuentes documentales de libros eclesiásticos mencionados, especialmente los libros de “Perpetuales” con sus testamentos familiares, censos, mayorazgos, etc. podríamos investigar y desarrollar muchos temas; por ejemplo, las evoluciones cambiantes, con  posibles  mejoras socioeconómicas que muchas familias fueron experimentando a través del  periodo de esos  años; pues, algunos vecinos tuvieron más ambiciones sociales que otros y, mediante políticas-matrimoniales de conveniencia, supieron conseguir títulos honoríficos para prosperar más; otros,  estuvieron centrados en conseguir más tierras y riqueza; y ambas tendencias familiares solían cruzarse con frecuencia para complementarse mutuamente; o, la mayoría de las familias, simplemente deseaban conformidad y suerte en sus destinos, sin más.

   A través de todas las fuentes mencionadas y otras importantes que puedan encontrarse en los protocolos notariales custodiados en los archivos históricos provinciales, se pueden conocer algunos de los lejanos personajes familiares, las tendencias e historias de muchos de los linajes rodenses en sus diversas ramas y, además de satisfacer la curiosidad despertada en un lógico interés por conocer los antiquísimos miembros de una familia, ¡de tu familia, por ejemplo! desde los orígenes más lejanos que podamos encontrar, ─tal vez desde el siglo XVI, guiados por el padrón de 1586─, nos sorprenderíamos con historias interesantes, llamativas y peculiares de aquellos ancestros, todavía desconocidos.

                               ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA


martes, 16 de julio de 2024

 

    ¡ FELICIDADES! CARMEN, Y CARMEN.


Felicidades porque hoy, 16 de julio, es vuestro santo. Hace bastantes días, igual que en otras cotidianas ocasiones, empecé a escuchar los sonidos inconfundibles del piano de casa. De momento y sin prestar demasiada atención, pensé que podría ser nuestra nieta Carmen, que practica habitualmente en él,  estudiando sus lecciones de piano y deberes del conservatorio municipal de música de La Roda; pero también podría ser que estuviera practicando su madre, Toñi, que está volviendo a rememorar sus años de estudios musicales y también va al conservatorio municipal. 

 Para prestar más atención a los agradables sonidos que me llegaban desde el salón, me acerqué hasta la misma puerta, pero no la abrí por no interrumpir. Era una melodía bonita y bien ejecutada. Pensé que no podía ser nuestra nieta Carmen, pues ella, hasta entonces, tocaba ejercicios y lecciones que solían ser de un aprendizaje más elemental y repetitivo, para ir avanzando paulatinamente  y, al menos para mí, no tenían la belleza de aquella melodía que estaba escuchando y que me recordaba escenas de algunas películas clásicas, ambientadas en el siglo XVIII, con conciertos y audiciones palaciegas entre gente empolvada y protocolaria, con pelucas blancas de bucles, bailando una especie de "minué". ¡No podía ser nuestra nieta!

Por fin, intrigado y entusiasmado, abrí la puerta; pasé y, ¡sí que era ella: Carmen! Embobado en sus pequeños dedos deslizándose dulcemente por las teclas de marfil, me puse a aplaudir frenéticamente, como haría cualquier abuelo por una nieta de 9 años.

Nuestra nieta Carmen

Yo siempre admiré muchísimo a los músicos, especialmente a los pianistas que, con los dedos de una mano, tocan las notas musicales que leen en un pentagrama en clave de sol; e independientemente, con los dedos de la otra mano,  hacen lo mismo en otro pentagrama anotado en clave de fa. Además de su metódico aprendizaje para conseguirlo, y del buen profesor para enseñarles,  yo creo que los pianistas tienen una mente privilegiada.

La partitura llevaba en ambos pentagramas y  claves diferentes, una alteración, "un sostenido", pero Carmen leía y tocaba estupendamente, deslizando y pulsando  convenientemente los dedos de sus manos con agilidad y dulzura, ganando profundamente mi admiración.

La partitura llevaba el título de "La feria" y su autor era Carl Czerny, (pianista austriaco, compositor y profesor, que fue alumno del virtuoso Franz Liszt).Yo, sin interrumpir ni un momento a mi nieta, la besé en la frente mientras la seguía aplaudiendo apasionadamente.

- Abuelo, es que la he tocado tantas veces, que ya me la sé de memoria- me dijo Carmen.

Llamé a mi hermana Cres que estaba en la cocina; y lo mismo hice con su madre, mi hija Toñi; Luego, coincidió que llegó su padre Juan Eloy que quería llevarse a sus hijos a pasear un rato; y conseguimos que Carmen volviera a tocar aquella bonita melodía otra vez. Los aplausos se volvieron a multiplicar con entusiasmo y admiración.

Como cualquier abuelo feliz con sus nietos y sus obras, me parecía mentira que aquellos bellos sonidos se produjeran a través de sus jovencísimos dedos con tanta maestría y delicadezaY me acordé de ti, nos acordamos de ti: ¡su querida abuela Carmen! que tanto la cuidaste y amaste mientras tuviste vida.

Carmen en sus años dorados

Hubiera sido maravilloso que tú la pudieras haber escuchado y visto. Pero supimos imaginarte en los recuerdos: con tu cariñosa imagen, tu alegre y dulce compañía escuchando la melodía entre nosotros, mientras el salón de casa se  llenaba de espiritualidad y de pureza.

                       ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

jueves, 11 de julio de 2024

 HACE YA 51 AÑOS

   Ahora, porque se van acercando las fiestas mayores de La Roda, o porque anoche tuve un breve sueño sobre este tema, me vienen a la memoria lejanas escenas y trabajos artísticos relacionados con las fiestas del año 1973, en el que creé la carroza de la reina de entonces, Mari Luz Aguirre, ayudado por un valiente, generoso y joven grupo de amigas y amigos. 

   Nos parecerá mentira que haya transcurrido tanto tiempo, ¡¡51 años!. y como suele decirse: ¡casi sin darnos cuenta!,  porque las imágenes joviales, creativas y solidarias que almacenamos como hermosos recuerdos, se mantienen todavía frescas y nítidas, llenas de alegría y de juventud. Lo cierto es que, un grupo de personas amigas,   recordamos felizmente aquel año de 1973, y especialmente su verano.
   
Agustín y yo en una tarde de pesca en el pantano de Alarcón

   Aquel año, a través de  nuestro inolvidable y gran  amigo, Agustín Merlos, más joven que nosotros: Antonio Monsalve, Antonio Grande y un servidor,  compañeros suyos de paseos y "aventuras seteras" por su aldea familiar, de pescas divertidas en el pantano de Alarcón, de conversaciones cinegéticas entre degustaciónes de cervezas o vinos  en sitios emblemáticos de entonces, como era aquella coqueta y recordada cafetería de moda, llamada "Nidos",...él, Agustín, con su  emtrañable simpatía,  nos integró en su joven cuadrilla de amigas y amigos, ¡ chavalas y chavales sanos, divertidos y modernos!

Con algunos de "los carroceros" el día de las carrozas.



















Todo comenzó porque Agustín me  convenció para que le hiciese a su prima hermana, Mari Luz Aguirre, la carroza de reina de las fiestas locales, puesto que, con tiempo, había sido elegida reina de dichas fiestas patronales de 1973.

- ¡Tú, Adolfo, la diseñas, la dibujas y la haces artísticamente a tu gusto!- me decía Agustín - ¡Inventa algo chulo!, que nosotros, después, te vamos a ayudar.
  Y así fue, tuve de colaboradores y ayudantes a un magnífico grupo de chicas y chicos jóvenes: su prima reina, con sus amigas y amigos, y algunas personas más que se sintieron atraídas por el proyecto o por el magnífico ambiente que se creó: 

 
Modelando la pantera

 
La construímos en unos porches de "la carretera de Villalgordo" que estaba enfrente de la vivienda de los padres de Maruja y Toñi Escribano, (los suegros de Eloy Ortiz). El herrero que reforzó y atornilló todo debidamente, fue Juan José Simarro; y además de nosotros tres, ya mencionados, de treinta y pocos años, Antonio Monsalve, Antonio Grande y yo, el grupo de jóvenes estaba integrado por Agustín Merlos, Pepe Ruiz, Vicente Pérez, Juan Carrasco, Mari Luz Aguirre, Lola Martínez, Use Fernández, Juli de Lamo, Mari Tere Quintanilla, Pilar Pérez, Carmen Ballesteros, Puri Carrasco, Manoli Pérez,  Puri Escribano...y otros jóvenes que, entusiasmados, decidieron unirse esporádicamente al proyecto, fueron Alfonso Ruiz (hermano de Pepe), y José Talavera.

   La carroza era una barcaza gondolera donde iban sentadas las damas de honor de la reina. Su proa se adornaba por el torso de un arquero, dorado, como si fuera de oro, y en actitud de lanzar su flecha; los laterales iban adornados con guirnaldas de flores doradas (que las hicieron a mano, una a una, en barro y luego cocido, la cuadrilla de amigas/os ayudantes).  En su centro se elevaba un templete sostenido por cuatro cariátides masculinas mostrando sus torsos desnudos, y sobre ellas:  un sillón de trono bien sujeto y coronado por un águila con las alas extendidas, donde iba sentada la reina. En ambos lados de su trono, Mari Luz, iba acompañada por sendas  panteras amenazantes, de tamaño natural, que la protegían.
      
Torso en barro de cariátide masculina 
Pantera casi terminada en barro


  













 
Recordamos muchísimas anécdotas para contar de aquel verano de trabajo: como cuando tuve que pedir me llevaran un felino pequeño, es decir, un gato, pero manso, para fijarme en su pequeña anatomía  y así modelar los felinos grandes que iban junto al trono: ¡los leopardos!; y creo que el gato lo llevaba la propia reina; pero, claro, no siempre el gato se estaba quieto entre tanta gente extraña que lo rodeaba, y surgían escenas de todo tipo. Otra recordada anécdota podíamos decir que fue el que Agustín me sirvió de modelo para hacer en barro una cariátide masculina desnuda hasta la cintura, (de ella sacaría tres más, después).Y posó desnudo de cintura para arriba durante unos días, hasta que terminé el modelado en barro e hice los moldes de escayola para reproducirla posteriormente en cartón. (Concentrado en modelar bien los músculos de Agustín, no me fijé  en las reacciones de las/los ayudantes; pero tuvo que haber "miraditas" disimuladas de admiración hacia el gran modelo amigo y, tal vez, algún "pitorreo" sano se produciría).
   
Parte superior del arquero modelado en barro

Igualmente,  me fijé en el torso de Agustín para hacer el modelado del arquero;  en sus largos y fuertes brazos con grandes manos, a punto de lanzar la flecha de su arco tensado en la proa de la carroza.
 
  De todas las figuras o esculturas en barro, yo hacía después los correspondientes moldes en escayola y así les adaptábamos finalmente el cartón mojado "con engrudo"en diversas capas. Más tarde, una vez bien secas las capas de cartón de los dos moldes o mitades de escayola de cada figura artística, eran sacadas de su escayola y  unidas, cosiéndolas fuertemente y disimulando sus costuras y puntos con más papel y engrudo. 
Arquero ya colocado en la proa de la barca-carroza
 
Todo el verano trabajando en la carroza, especialmente por las calurosas tardes y noches, merecía también un poco de distracción  y disfrute  con frescas palomas y cuervas nocturnas, a cargo del apretado presupuesto que teníamos del Excelentísimo Ayuntamiento; y así lo hacíamos casi todas las noches; pero sobre todo, también supimos alternar el trabajo con la distracción, en algunos domingos menos estresantes, con salidas a la naturaleza para relajarnos un poco, viajando repartidos equitativamente entre nuestros coches. Montábamos alguna tienda de campaña, de Antonio o mía, y él, Monsalve, se llevaba su barca neumática al pantano o al río donde pasábamos felices momentos. Por unas horas dejábamos atrás los pensamientos "currantes", y disfrutábamos de la naturaleza y de nuestra sana amistad.

Parte de aquellas amigas/os de la carroza, descansando y disfrutando en la naturaleza un domingo



 
Me hubiera gustado disponer de fotografías mejores para este artículo; pero no las tengo. Recuerdo que para el libro de fiestas del año siguiente, una persona componente del grupo que iba a coordinar la confección de dicho libro de fiestas, creo que el grupo se denominaba del CIT, y cuyo nombre de la persona que me las pidió  y se las dejé, prefiero callarlo, pues no me las devolvió; pero las fotos eran de  aquella memorable, trabajada  y bonita carroza, y que yo había encargado a un fotógrafo profesional.  Le dejé todas las fotos que tenía para que ellos eligieran las que quisieran...; pero ya nunca me las devolvieron, aunque se las reclamé múltiples veces: Se echaban la culpa de uno a otro directivo, y ya no las volví a recuperar.¡Alguien las tendrá todavía! 
   También pienso que estos artículos se crean y leen mejor a través del ordenador, o una "tablet", con pantalla grande a la vista. Es más incómodo hacerlo por el feléfono móvil, como hacen muchísimas personas; siento que así, su lectura sea más difícil e imperfecta y, tal vez pocos lleguen a leer el artículo completo.

   Toda aquella pandilla de jóvenes amigas y amigos, hoy día somos "venerables" padres y  abuelos con lindos nietos; otros componentes del grupo, lamentablemente, ya han desaparecido; y algunos otros no formaron una nueva familia y siguen libres de ataduras infantiles. Y cuando, felizmente, de vez en cuando, algunos nos vemos por ahí y nos saludamos, al menos a mí, me surgen mentalmente aquellos hermosos recuerdos que aún me emocionan  y hacen sonreír mi mente y mi alma. También mis labios se muestran sonrientes, aunque la vida transcurra tan deprisa e implacable que, además de las alegrías, nos va marcando con otras huellas de dolor y  tiempo irrecuperable. 
  Vernos y, como consecuencia, pensar en aquellos años dorados, especialmente en el que sacamos a la vista del público aquella  señorial carroza para nuestra amiga Mari Luz, nos hace sonreir de alegría. Fue un privilegio haber podido vivir aquel tiempo veraniego lleno de trabajo artístico y de sueños; aunque, llevemos en esa sonrisa, algunas leves nostalgias por recordarnos aquella bonita juventud de hace 51 años, llena de fuerza, optimismo, libertad y fantasía; capaz de vencer cualquier dificultad que se nos pusiera por delante; pero que no volverá jamás.

ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA




 

 

  DE LOS ESPACIOS OCUPADOS No sé cuantas personas podrán estar en la misma situación, de tener ocupados todos los espacios de los estantes...