viernes, 16 de octubre de 2015


EL MOJÓN DEL CERRO DE LOS OBISPOS
   Muchas veces he empleado mi tiempo en pasear por viejos parajes históricos de nuestro término municipal: el camino romano, las cañadas reales y veredas…, y muy especialmente por un punto determinado que, por su propio nombre o por la leyenda que lo acompañaba, despertó siempre mi curiosidad. Como aquel famoso y original mojón mencionado por los rodenses del siglo XVI en las “Relaciones Topográficas de Felipe II”, que dijeron  partía los límites de tres diócesis: el Arzobispado de Toledo, y los obispados de Cartagena y Cuenca; “…y los dichos tres distritos hacen tres cuchillos y un triángulo en el dicho mojón de tal manera que congregados el dicho arzobispo y los dos obispos podrían estar y comer en una mesa de las ordinarias, y estar cada uno en su distrito…”

   Casi doscientos años después, (el 17 de junio de 1787), el clérigo albacetense Fernando Pérez informó al cartógrafo Tomás López sobre la villa de Albacete para su “Diccionario Geográfico de España”, repitiendo de aquel mojón histórico lo mismo que los de La Roda habían dicho en 1579, refiriendo la anécdota y leyenda de los tres obispos. Y se comprueba en sus palabras que, por entonces, ya  le daban un nombre propio al hito divisorio: “…se haya un mojón conocido por el “de los obispos”. Porque en él tocan las tres jurisdicciones; esto es, la de Albacete como obispado de Cartagena; la de Barrax como Arzobispado de Toledo; y la de La Roda, por el obispado de Cuenca; y en la antigüedad de las gentes tiene por tradición que los expresados Diocesanos se juntaron y comieron sentados cada uno dentro de su distrito…”

   Posteriormente, se comprueba que la gente había otorgado también el mismo nombre propio al cerro donde estaba el mojón: el “Cerro de los Obispos”, y así consta con este nombre en las actas y croquis topográficos de reconocimiento de mojones y líneas de términos municipales de los años 1871 y 1875, así como en los mapas actuales del Instituto Geográfico Nacional (escala 1:50.000).

   Medievalistas de prestigio piensan que esta elevación del “Cerro de los Obispos” es denominada en las antiguas fuentes: “… la Cabeçuela del Espartosiella de la Coxcoja, questa çerca del camino que va de Valaçote a San Clemeynte, en el cual mojon parten termino los de Alarcon e los de Alcaraz e de Chinchilla…”; (así es como se describe en la carta fechada en San Clemente el 1 de octubre de 1318, fijándose los términos entre Alarcón y Alcaraz, y ubicando el primer mojón en dicho lugar que, como he dicho, se identifica con el “Mojón de los Obispos”).

 
   
Del territorio del poderoso concejo de Alarcón, se independizó La Roda
  Claro, la gran pista de su identificación a través de los siglos creo que está en, además del paraje con sus nombres determinados, que partía los términos de Alarcón, Alcaraz y Chinchilla en 1318, como posteriormente siguió ocurriendo y ocurre en la actualidad, pues siguió partiendo los términos de los nuevos pueblos independientes y nacidos de aquellos tres grandes concejos: del de Alarcón surgió La Roda, y ambos eran pertenecientes al obispado de Cuenca; del de Alcaraz: San Clemente y posteriormente Barrax, pertenecientes al arzobispado de Toledo; y del de Chinchilla, se emancipó Albacete, pertenecientes ambos al obispado de Cartagena (hasta que se creara el propio obispado de Albacete e iniciara su periplo en el año 1950). 
 
   Aquella curiosidad y anécdota, de poder comer los obispos, juntos,  en donde estaba el mojón, tal vez sólo fuera una ocurrencia rodeña que nunca se hiciera realidad, y fuera una sencilla explicación gráfica y popular de nuestros regidores para que se entendiese mejor la curiosa confluencia de los tres distritos diocesanos en dicho triángulo y mojón. Aunque, doscientos cincuenta y siete años antes del escrito de las “Relaciones Topográficas de Felipe II”,  alguna vez, sí que estuvo en La Roda un obispo que no era el titular de la diócesis. Y fue en el año 1322, cuando pasando por esta población el obispo de Cartagena, determinó que nuestra parroquia se incorporara a su obispado; pretensión que le duró poco porque nuestro obispo conquense la reclamó y recuperó enseguida.

  Todos estos detalles e historias sobre el famoso mojón, despertaron enormemente mi curiosidad desde hace años, e intrigado seguí su pista en los mapas topográficos nacionales de escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional, números 764 y 765; y en ambos se encontraba y encuentra el vértice donde actualmente confluyen los términos municipales de Albacete, Barrax y La Roda, como los “tres cuchillos” y triángulo de los obispados que nos revelaron los regidores del siglo XVI. 
FOTOGRAFÍA  AÉREA DEL VISOR SIGPAC

   Y  allí, en la unión  de los tres “cuchillos” de los términos municipales mencionados debería  estar físicamente el famoso mojón. Y lo he buscado muchas veces. Pero ese punto que refleja el mapa, figura ubicado en un margen de la Cañada Real de La Mancha a Murcia y, entre las miles de grandes piedras que hay por allí amontonadas, esparcidas y tiradas, arrancadas del propio terreno en las labores cotidianas de la agricultura, etc., no es fácil encontrar lo que se busca.

Los grandes montones de piedras en los márgenes de la cañada
      El pasado 8 de junio, se publicó en el periódico provincial La Tribuna un magnífico artículo de Maite Martínez Blanco, titulado “En busca del mojón perdido”, que nos informaba de que unas brigadas de topógrafos del Servicio de Delimitaciones Territoriales del Instituto Geográfico Nacional estaban recorriendo el término municipal de Albacete para encontrar los correspondientes mojones existentes entre ese municipio y los 15 pueblos con los que linda y que figuran en las actas y cuadernos de trabajos realizados en el año 1871, archivados en  dicho instituto.
   Una vez encontrados los mojones correspondientes se les darían sus coordenadas GPS, con lo cual, aunque pudieran desaparecer alguna vez físicamente, permanecerían sus ubicaciones exactas. Es una modernización y actualización de los mismos mojones y de las mismas líneas divisorias que se dibujan entre ellos y separan los términos municipales de Albacete con sus 15 pueblos vecinos.

    Me he estado entreteniendo durante unos días en buscar o investigar en el archivo digitalizado del Instituto Geográfico Nacional, algunas actas topográficas y cuadernos de trabajo de esos años, 1871 y 1875, correspondientes al reconocimiento de los mojones y croquis de las líneas divisorias trazadas  por los topógrafos del Instituto Geográfico en las tres localidades mencionadas y vecinas, encontrando muchos datos desconocidos.
Poste indicador a lo largo de la cañada real.

  Describieron en 1871 el famoso mojón que nos ocupa, como “…un montón de piedras calizas de la misma forma y dimensiones que los anteriores, construido sobre un cimiento de calicanto antiguo, en el cerro de los Obispos y en la margen izquierda de la cañada de Murcia…”

   En 1875, se levantan otras actas y cuadernos de campo con sus croquis; por ejemplo, entre los términos de Barrax y La Roda,  en donde aparece el mismo mojón al final del recorrido, desde el cerro “Molino de Viento” al cerro “de los Obispos”, y se sitúa dicho histórico mojón al margen izquierdo de la cañada real de La Mancha a Murcia, (puede apreciarse claramente en la parte del croquis perteneciente al Instituto Geográfico Nacional, que se reproduce aquí debajo su parte final  por estar muy bien especificada la situación de la cañada y el mojón en el cerro “de los Obispos”.
Año 1875.CROQUIS TOPOGRÁFICO DE LA CALZADA Y EL MOJÓN

 Las visuales trazadas desde el mojón, y sus rumbos, fueron: al castillo de las Peñas de San Pedro 183 grados 0 minutos; a la torre de La Roda 333 grados 30 minutos; y a la torre de la Gineta 257 grados 45 minutos).

Montículo de tierra y piedras ; antiguo vértice geodésico
    Después de una serie de dudas y confusiones ante la localización de un montículo de tierra y piedras con cimiento de calicanto, parecido al mojón descrito en el acta de 1781, y después de estudiar varias tentadoras probabilidades, quedó para mí descartada su identidad con la del mojón buscado, porque no se ajustaba su ubicación con la apuntada por las comisiones locales de las actas y topógrafos que dibujaron los viejos croquis mencionados, y tampoco a los actuales mapas que reflejan aquellos acuerdos del siglo XIX. Y dicho montículo parece ser un antiguo vértice geodésico. (Omito explicar tales dudas y confusiones, más otros interesantes detalles que las acompañan, para no hacer este trabajo interminable).

     Sea como fuere, después de tanto tiempo de búsquedas y suposiciones esperando encontrar el famoso mojón, ¡que no aparece originalmente, y debería estar ahí, respetado, aunque fuera irreconocible, pero con su cimentación de mortero ancestral!, doy por finalizado este trabajo.  La curiosidad de haber estado  documentando la existencia histórica de este hito divisorio con tanta leyenda, historia y antigüedad, ha quedado parcialmente saciada por hoy. Y ha sido un gozo incomparable hacer estas fotografías que publico, pasear por el campo y por los viejos textos, componiendo este dibujo que me he inventado al imaginar a los obispos reunidos ante un mojón de “calicanto”  ilustrando esta pequeña investigación.

                                                           ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

jueves, 13 de agosto de 2015

                 EVOCACIÓN  Y  AÑORANZA
Dejamos ya muy atrás las Fiestas Patronales de El Salvador y volvió la calma a nuestras calles y paseos. Ha desaparecido ese bullicio de gente multicolor caminando de un lugar hacia otro en la feria. Desde la calma y la reciente lejanía, quedan los recuerdos y las nostalgias.



   Como todos los años, la Gala Literaria fue el encuentro más querido y esperado, resultando magnífica, como siempre. El esmerado protocolo que se desarrolla siempre alrededor de la Reina de las Fiestas y su Corte de Honor; el glamour exquisito que impera en este acto con la belleza y juventud de las chicas elegidas, con sus preciosos vestidos de cuentos de hadas; el respeto, silencio y admiración que existió en el ambiente; el emotivo desarrollo de los hechos dulcemente presentados por Toñi Escobar Atienza; la lectura de los poemas por sus autores, y el discurso de la mantenedora ―la filóloga María Candelaria Sánchez Abellán, transmitiéndonos su pasión por la literatura―; el buen sabor a terruño manchego y localista que siempre deja el sonido de la banda de música del pueblo…, son importantísimos complementos que enaltecen este clásico evento de nuestras fiestas ― imprescindible desde la década de los cuarenta―.


   El poema con  heptasílabos del paisano Pedro Manuel Víllora, inspirado en su amor a La Roda y a su madre, gustó muchísimo. Siempre fue un joven brillante, al que admiramos todos por su talento, espectacular currículum y trabajo intelectual con  numerosas creaciones literarias publicadas.

 A los otros tres poetas premiados―Manolo Romero, Manuel Laespada y Juan Pedro Carrasco― igualmente se les reconoció su trabajo esmerado y fueron muy aplaudidos. Como novedad rodeña en el canto del himno de la villa, fuimos testigos del relevo del veterano barítono Benjamín Martínez  por el joven tenor Miguel Ángel Andrés que emocionó los corazones rodenses con sus limpios agudos.

   Quienes conocemos estas Galas Literarias  desde hace muchos años ―en mi caso desde 1953 en el que fue la reina de las fiestas primaverales mi hermana Isabel― asistiendo a ellas como público fiel e incondicional durante sus diversas denominaciones, hemos admirado y escuchado a muchísimos presentadores, poetas y mantenedores, y hemos ido apreciando en sus creaciones líricas los cambios de estilos y modas que traían los tiempos.

   (Por cierto, que este evento cultural se ha ido denominando de diversas maneras en el programa oficial que contienen  los Libros de Fiestas, desde aquellas primeras de primavera, en mayo,  en honor a la Virgen de los Remedios, hasta las actuales del mes de agosto en honor a El Salvador. Y así constan como Juegos Florales, unas veces; Fiesta Literaria, otras; o también como Fiesta de la Poesía; Gran Gala Literaria con Certamen Nacional del Soneto, al que luego se le añadió también otro Certamen Nacional de Poesía; y desde 1988 Gala Literaria con el Certamen Internacional de Poesía “Villa de La Roda” y el Certamen Regional de Poesía “Tomás Navarro Tomás”, que luego se convirtió este último en Nacional, en 1993).

   Las tendencias vanguardistas imperan desde hace años en los poetas premiados, que suelen crear sus poesías con versos libres. Antes, observábamos que la mayoría de las poesías estaban sujetas, más o menos,  a la métrica y rima tradicionalmente establecidas desde siglos atrás, y se apreciaba su extremada dificultad y calidad cuando, a pesar de ir sus estrofas encorsetadas en composiciones clásicas, como sonetos , décimas, serventesios, romances, octavas reales, silvas…, la transmisión y expresión de los sentimientos del autor no estaban descaradamente forzados, ni se perdían o difuminaban ante las leyes de la rima y la métrica, y fluían dulces y musicalmente para formar parte de un todo armonioso, inteligible y bello.

   Pero los tiempos cambian y las tendencias artísticas ―literarias o pictóricas también. Y el público rodense, expectante y educado, respeta y aplaude cualquier  estilo que surja o persista en este evento de la villa rodeña. Así lo demuestra con sabiduría año tras año y Gala tras Gala.

  
Isabel Martínez, reina de las fiestas de 1953, con el
poeta granadino Manuel Benítez Carrasco.
   Aunque  entonces era aún niño y mis pensamientos estaban enredados en nacientes  aficiones y obligados  estudios, recuerdo bien las poesías que me dejaron marcada huella agradable, musical y evocadora de imágenes bellas, recitadas por Manuel Benítez Carrasco en el teatro Avenida, en el año 1953. Él ya trajo bastante libertad en sus poemas con una métrica y rima  a su gusto, pero que no obviaba. Él las tuvo  siempre presentes en caprichosas rimas asonantes, unas veces en los pares, a modo de romance, como en “La Barca”, y otras veces en  imprevisibles pareados casi continuos,  como recuerdo en “Tengo el caballo en la puerta…”.

    Como público disfrutamos enormemente con aquel gran artista; pues era espectacular verle  y escucharle recitar  sus versos con aquella  voz modulante y gesticulación teatral, con su gracia y salero granadinos, que  jamás olvidaremos quienes allí estuvimos:











Mi barca…mi barca…                                                                   
Con solo decir… mi barca…
huele a marisma la boca
y sabe a sal la palabra.
¿Qué cuánto quiero por ella?
Venga conmigo a la playa.
Por una quilla de oro
y dos remos de esmeralda
le vendo…el aire que lleva dentro,
por una rosa de nácar…
la arena donde se acuesta,
 y por un timón de plata…
ese mar en duermevela
en el fondo de la barca
donde estrellas marineras
reman de noche a sus anchas.
(… …)


   Gerardo Diego Cendoya vino antes  a La Roda, en el año 1948, como ganador de “La flor natural”  en aquellos Juegos Florales. Era poeta clásico y vanguardista a la vez. Escucharlo sería un verdadero placer. De su participación en el acto literario de aquel año en el “Cine Rialto”, he encontrado esta fotografía inédita. Lo vemos entre el poeta cartagenero Antonio Oliver Belmás y el mantenedor Cayetano Alcázar Molina, con algunas de las damas de entonces.


   Creó y recitó para La Roda este poema, compuesto a base de  endecasílabos y heptasílabos con rima de romance, ( silva arromanzada),  titulado  “Cantar a España” (que tampoco me ha sido fácil encontrar), y que comenzaba así:

  Está el balcón abierto al sol de octubre.
El tibio, oblicuo halago
resbala su caricia
sobre el libro escolar como una mano.
  La historia universal palpita y fulge
―oros, fuegos, Nínive y Bizancio―.
Sueña el niño, y la hoja
―rebullicio de pájaro―
mueve el ala cautiva
alborotando brisas y relámpagos.
                         
  Y otra página. Un ángel vuela cerca,
pliega sus alas sobre el texto amado.
y se yerguen Viriatos y Numancias,
Covadongas, Lepantos,
se corona de sangre Hermenegildo,
se viste de oro y hierro y luz Fernando.
Ya las letras se enturbian. Ya los ojos
mirar, no ven la página. Ahondaron
más allá de los signos sus saetas
y los siglos pueriles traspasaron.
                     
   El niño sueña ahora
en otro sol de octubre antiguo y raro
y, besándole fiel la frente nueva,
en otro niño sueña el sol acaso.
La eternidad se ha hecho.
y el ayer y el mañana, entresoñados,
están aquí, en un puro,  inmóvil éxtasis,
alas abiertas del instante mágico.
Porque sí, es el hoy, es el ahora
―botón florido, aún por abrir, sellado―
el que vive el rapaz, tan pensativo,
junto al balcón abierto y otoñado.
                  
(…  …)

   De nuestros etéreos poetas locales, sufridos creadores bajo los cánones sagrados de las leyes y estrofas tradicionales, podríamos traer algunos ejemplos de buenos y sentidos poemas. Desde aquel genial Ramón Llistó o el abogado Alfredo Atienza, y tantos otros como los maestros Antonio de la Hoz, Manuel Merlos o Antonio de Toro  que nos dieron clase a media Roda, y seguiría la lista ilimitada  de poetas locales, imposible para plasmar en este corto y limitado espacio un poema de cada uno. 
   Por ello, permítanme que me incline reverencialmente por uno, y que así los represente a todos ellos: Don Antonio de Toro Gómez, de  espíritu sufrido y soñador, gigante de sentimientos y sabiduría, muy recordado. De él  copio este buen  soneto lleno de armonía y ritmo (como sabía y  le gustaba componer recordando a Rubén Darío), que tituló Paisaje  y dedicó a María:

   Mayo ha abierto en el arco del Oriente
baldaquín de oro y grana en la arboleda.
Callada suena la canción de seda
en el órgano viejo de la fuente.

   Por los senderos del albor naciente,
ferviente sube la oración que rueda
del regazo del valle donde queda
la ermita sola en soledad silente.

   Una Virgen con lirio en su mejilla,
del claro viento tras la celosía
aparece en su azul de maravilla.

   ¡Mañana de acuarela y fantasía!
El terso lienzo de la Mancha brilla
enjoyado en destellos de María.


  
 En aquellas noches de magia y poesía, se mantuvieron los Certámenes del Soneto  y  de otros poemas  en general, que todavía los  forjaban sus autores con rima y métrica.  ¡Dificultad para crear, pues la inspiración, que deja fluir tantas bellas ideas y palabras, sufre el rigor y tamiz de la rima y el cómputo silábico en los versos!
   Después, desde hace años, en los escritores vanguardistas impera el verso libre. Y alguien podrá preguntarse… ¿En  qué se diferencia un poema escrito  en versos libres o sin métrica y en versículos o sin rima, de una página en prosa?
   Apenas se diferenciarían, si no fuera porque en el versículo el ritmo poético se produce por la repetición de las mismas palabras, de los mismos esquemas gramaticales y frases distintas con idéntico sentido. Pero aún así,  hay quienes  consideran estas poesías vanguardistas  como verdaderas prosas en renglones cortos que, en vez de tener versos y estrofas, tienen oraciones y párrafos.

   A veces,  a alguien le parecerá algo insólito y extraño que exista inspiración poética hacia temas tan poco espirituales y románticos como a una pastilla blanca, a una “pastilla blanca antidepresiva”; pero ésta es un elemento abundante en los hogares de nuestros días, y es aliviadora de males y, por lo tanto,  estuvo presente en la mente de quien la quiso hacer protagonista de sus sentimientos con versos alejandrinos y heptasílabosy el poema de Juana Pinés Maeso   fue premiado  hace dos años. Comenzaba así:

   Una pastilla blanca es cuanto necesito
para que el sol me anuncie que la luz no claudica.
Igual que la promesa de una paz redentora
tomo su simetría perfecta entre los dedos
y, reverentemente,
me la llevo a los labios.

   ¡Oh, comunión diaria, hostia blanca y redonda,
consagración perfecta para mis horas tristes,
silencioso ofertorio que mata mi congoja!
Tan sólo una pastilla, y ese dios diminuto
que mora en sus adentros
viene a profetizarme que no todo es ceniza.

(…  …)

   La sociedad rodense ha demostrado siempre que respeta toda creatividad humana y estilo determinado, aunque no esté enmarcado dentro de sus gustos. Pues sean cuales sean esas tendencias y estilos,  tienen y transmiten un sentimiento y  valor literario.
   Aunque, dentro de ese respeto a todas las tendencias literarias y plásticas, siempre habrá en cada persona , aisladamente, algún estilo  por el que  sienta más atracción, y eso no significa que menosprecie a los demás.  

   Ante tantos años de poesía vanguardista con versos libres …poesía surrealista, social,  existencial, del conocimiento, de la experiencia…― es posible que se eche de menos aquella otra poesía,  vibrante, armoniosa, emotiva… de hace décadas, cuando  todavía se sujetaba a la rima y a la métrica, aunque éstas fueran novedosas y rebeldes. Y, como ocurrió en las artes plásticas, donde se sucedieron tantos estilos novedosos y vanguardistas en su tiempo …expresionismo, impresionismo, cubismo, abstracto… hasta llegar de nuevo al principio, al realismo e hiperrealismo de Antonio López, sor Isabel Guerra y Eduardo Naranjo habrá quienes piensen que, en la poesía, después de tanto vanguardismo, también es ya hora de volver a un nuevo renacer.

ADOLFO MARTINEZ GARCIA



viernes, 19 de junio de 2015


AQUELLAS DESTRUCCIONES EN LA IGLESIA
(por Adolfo Martínez García)

Cuando estaba escribiendo el artículo anterior de este blog  con motivo de la traída y  estancia en esta localidad de la imagen de la Virgen de los Remedios, mencionaba que  la primitiva imagen formaba parte del pasaje  bíblico de la Anunciación e iba acompañaba  del  arcángel San Gabriel, etc. etc. Y mientras aludía a su destrucción y quema en Fuensanta, durante la guerra civil de 1936,  por irreverentes individuos, ateos y artísticamente incultos,  me acordé  por asociación de ideas― de un  interesante documento donde se enumeran los desmanes y destrucciones que también  ocurrieron  en La Roda a través de individuos de igual calaña.

   Pensé entonces que no vendría mal el publicar  algún día aquel documento con las  destrucciones que el párroco de La Roda mecanografió  en el año 1940,  casi recién terminada la cruel contienda entre hermanos, pues siempre habrá personas interesadas en encontrar datos de aquellos tiempos.

   Y ya que, dos buenos amigos y compañeros en  comunes intereses artísticos  y defensa de nuestro patrimonio,  me pidieron  hace semanas que les facilitara una copia digital de la fotografía que poseo del Cristo Crucificado que formaba  parte del  “Altar del Santo Cristo”, situado en la “Capilla del Cristo de la Pasión”, también llamada “Capilla del Pilar”, (entrando al templo, la segunda a mano derecha), aprovecho ahora la ocasión con este nuevo artículo para  satisfacer  su petición y deseos.

  Antiguamente, dicha capilla era conocida popularmente como “de los Oñates”, (ver mi libro “Tradición y Creencias…” pág.42). Y según el inventario general realizado por el párroco don Gerardo González García entre 1924 y 1926,  en sus págs. 1 a 35, donde figuraba el “Altar del Santo Cristo”, también era llamada “de los Escobares” porque a esta familia le correspondía su conservación, y así mismo se le llamaba “de los Arces” porque, personalmente,  la cuidaba “…doña Rosa Escobar, viuda de Arce”.
   Ante aquel Cristo traído de Italia se cantaba en los Viernes Santos “El Miserere”, según dejó manuscrito mi recordado maestro de Primaria don Antonio de la Hoz. La imagen era de tamaño natural y, como se ve en la fotografía, llevaba adosados a su alrededor varios emblemas  de la Pasión creados en bajorrelieve.

    Creo oportuno  publicar ahora este trabajo con  aquel interesante contenido de las destrucciones artísticas  del templo parroquial,mas la foto digitalizada del Cristo, atendiendo a estos amigos rodenses que están, como siempre, haciendo buenos y trascendentes trabajos en favor de nuestra villa y de sus gentes.

   La copia del  documento que publico,  apenas puede leerse en algunos tramos seguramente porque “la cinta” de  la antigua “máquina de escribir”  del señor cura-párroco estaba muy desgastada y su tinta casi extinguida. Por ello,  primero pensé volver a reescribir su texto para comodidad de los lectores interesados en sus contenidos; pero creo que resultará más convincente y auténtico transmitirlo tal y como está, aunque sea más incómodo de leer: 


sábado, 2 de mayo de 2015


          ANUNCIACIÓN SIN  ARCÁNGEL

Pasó la conmemoración de la Semana Santa, y ahora nuestra próxima gran festividad colectiva como pueblo religioso, se desarrollará durante las tres semanas de honores  a la madre de Jesucristo, a María de Nazaret, a través de su imagen con la advocación  “Virgen de los Remedios”.
  
Este fue el nombre  que el fraile trinitario  Cristóbal Granados de los Ríos escribió por primera vez en su libro sobre la  historia de la imagen, que se publicó en el año 1648, haciéndolo coincidir con el nombre y advocación que tenía la patrona de su orden religiosa, precisamente, “La Virgen de los Remedios”.

   Pero, parece ser que  el pueblo llano, antes de  hacerse cargo de la ermita y manantial de agua rodenses la orden religiosa de los trinitarios, que fue por 1558,   ya existía   una gran devoción mariana en aquel lugar, pero con otra advocación distinta: "La Virgen de la Fuente  Santa”. 
   Pues, por la forma en que surgió el agua, repentinamente, y porque sus baños sanaban  a las gentes que allí llegaban, se  le atribuía  intervención divina ―recordando las explicaciones que nos transmitieron nuestros regidores del siglo XVI―. Existiendo en toda la comarca una gran devoción a  la imagen que allí se colocó.

   Nombre primitivo de “La Virgen de la Fuente Santa” que, por intereses determinados  de la orden trinitaria en los que no vamos ahora a entrar, pero que se  transparentan claramente  en su propia historia, cambiaron por el actual que conocemos “de los Remedios”, al hacerse dueños de aquella ermita y fuente tras convencer a los regidores del concejo de esta villa, consolidándose plenamente esa nueva costumbre desde que el  Provincial de la orden, Simón de Rojas, le encargó escribir la historia de la imagen a Granados de los Ríos  en el año 1621.


  Como el propio fraile escritor reconoce en el capítulo  XI de su libro  y todos sabemos ya,  la imagen venerada era una representación de la escena bíblica de la Anunciación, la cual es creada  siempre por los artistas con dos personajes: el arcángel San Gabriel y  la Virgen María.

 El trinitario escribió que junto a la primitiva imagen de la Virgen estaba su arcángel, ya que formaba parte de la escena propia de la Anunciación, el cual fue golpeado y derribado por el fraile perturbado, Pedro de Tébar, cuando también golpeó a la imagen de la Virgen y le hizo su “cardenal”.
( Le resquebrajó y rompió en la cara un trozo de su estuco y pintura, mostrando la madera de la que estaba  tallada, como se aprecia en un primer plano fotográfico de la imagen primitiva).

   Posteriormente,  otro fraile de la misma orden, Francisco de la Vega y Toraya,  quiso justificar la presencia del arcángel en aquella escena de la Anunciación que podía contemplarse en el altar mayor de la iglesia del convento de Fuensanta, dando por seguro que la “hechura”, el estilo, la materia o madera del arcángel era igual al de la imagen de María, así como su autor. ¡Claro, las había hecho el mismo escultor para formar la Anunciación! ¡No eran dos tallas sin relación entre ellas, sino que formaban pareja de una misma escena en la vida de la Virgen!

   Y Bonifacio Porres, otro fraile trinitario más moderno, describe los detalles de la posición anatómica de esta  imagen de María, específicos y clásicos de Ella por ser  una Anunciación.

   A pesar de parecer aislada o alejada   la imagen del arcángel respecto a  la imagen principal de María en su nueva advocación trinitaria como  “La Virgen de los Remedios”, para darle individualmente a ésta la credibilidad conseguida de su aparición milagrosa a un pastor, como habían escrito otras órdenes religiosas de sus patronas aparecidas milagrosamente, a las que se quiso imitar y superar en la publicación del libro de Granados de los Ríos,   no  se pudo  olvidar ni negar en ninguna ocasión la presencia del arcángel en el altar de la iglesia del convento, cerca de la imagen paralela de La Virgen, puesto que ambas formaban juntas una misma escena relatada en los evangelios: La Anunciación.

   Dicha presencia, especialmente la de la imagen de María, también  la confirmaron los rodenses del año 1671,  durante el juicio ocurrido entre las dos villas hermanas, reclamando La Roda sus derechos y posesión de la imagen, como patrona de la misma, transmitiéndonos que había sido llevada a aquella iglesia  del convento  por los propios rodenses para exaltar allí su culto, pero que pertenecía a este pueblo y había estado anteriormente en el templo de El Salvador.

   Ambas imágenes escultóricas de autor aún desconocido, pero  magnífico en estilo y técnica, según  las fotografías  y crónicas que nos han llegado de otras épocas,  fueron destruidas, quemadas, durante la última guerra civil (1936-1939). A lo sumo, algún resto minúsculo queda de sus talladas anatomías. Un resto muy conocido, y probablemente alguno más, totalmente desconocido, salvados de las llamas.

   Aprovechando los detalles que uno de aquellos restos transmitían, junto con las fotos originales que se conservaban, el escultor Jacinto Higueras creó una imagen similar a la primitiva, en 1940: otra Anunciación; pero sin el arcángel, la cual es  la actual imagen de “La Virgen de los Remedios” que veneramos como patrona de las dos villas, de La Roda y de Fuensanta, y que tradicionalmente traemos y llevamos en romería todos los años.

   Aunque casi nos hayamos  olvidado del magnífico  arcángel que acompañaba a María en su escena de la Anunciación, sigue adivinándose su presencia ante la posición clásica y tradicional de Ella: de rodillas, humilde y sencilla, “…con la mano derecha levantada en forma frontispicial ―como describió fray Bonifacio Porres― y en la izquierda sosteniendo un libro donde está escrita la profecía de Isaías…”
                        
                  ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA  
   

  NUEVAMENTE LLEGÓ TU CUMPLEAÑOS  Con flores, lilas silvestres, con versos, libros, pensamientos en miles de recuerdos..., vuelves a ser la ...