miércoles, 29 de mayo de 2024

 

               UNA BONITA HISTORIA

   En cierta ocasión, cuando todavía eran pequeños nuestros hijos, (Fuen tenía 4 años, Adolfo 5, y Toñi 8), Carmen, mi mujer, estaba cantando por el salón de la casa, como casi siempre hacía mientras realizaba las cotidianas faenas de limpieza del hogar. Le gustaba cantar mientras faenaba;  tenía una bonita voz; lo hacía muy bien y me encantaba escucharla. 
   Siempre tuve el proyecto de querer grabarla con uno de aquellos aparatos "radiocasete" que todos teníamos en las casas; pero lo iba posponiendo y posponiendo, hasta que por fin, aquel día, sería domingo,  decidí interrumpir a Carmen en su quehacer diario de limpieza hogareña, y me presenté ante ella, en el salón, con la guitarra y el "radiocasete" preparado con una cinta virgen:

   - Carmen, vamos a grabar ahora mismo eso que estás cantando.

   - Pero, ¿así sin ensayar ni nada?- dijo ella.

   - ¡Venga, vamos!- insistí yo- ¡Vamos a grabarlo ahora mismo!

   Y, en un momento, hicimos la  grabación de una canción que empezaba..."No te asombres si te digo lo que fuiste..." (Grabamos la parte de la canción que en aquellos momentos ella cantaba; la segunda parte no la cantó; tal vez, nos interrumpieron los niños y  pensamos volver a grabarla en otro día. No lo recuerdo bien). Pero pasaron los años y aquella cinta con su breve grabación quedó guardada y olvidada entre tantísimas cintas de entonces que, con el paso del tiempo, fueron sustituidas en  todos los hogares por otros soportes de audio más modernos técnicamente, como los discos CD; discos DVD y los "pendrives" en los ordenadores. 
   Pasó más tiempo, y unos años después del fallecimiento de Carmen, buscando recuerdos, fotos, vídeos y posibles audios de ella, volví a encontrarme aquella cinta y grabación de la canción que, realmente, se llamaba: "Que nadie sepa mi sufrir".
   Nos llevamos todos una gran alegría porque, aunque parezca mentira, era la única canción que conservábamos de Carmen. Y nuestra hija Fuen, al escucharla incompleta,  tuvo la genial idea de querer continuar con la segunda parte que faltaba por cantar y grabar, y dijo que la cantaría ella, Fuen, si yo la acompañaba también con la guitarra, y después, la uniría a la primera parte cantada por su madre. ¡Como si las dos la hubieran grabado juntas en una misma época!
   El nuevo proyecto de Fuen me pareció maravilloso y empecé a buscar el mismo tono y acordes musicales de la grabación antigua de Carmen, para así emplearlos con la guitarra en la parte segunda y nueva que cantaría Fuen. ¡Era muy bonita e ilusionante la idea! Carmen había cantado la primera parte de la canción cuando su hija Fuen era una niña de 4 años. Y ahora, 38 años después, Fuen, (ya madre de dos niñas pequeñas, y una de ellas, precisamente, también con cuatro años de edad), completaría aquella canción de Carmen con la segunda parte que faltaba.
   Es muy emocionante, pues hemos grabado esa segunda parte de la canción, apareciendo en el vídeo: Fuen cantando y yo con la guitarra acompañándola. (El vídeo está realizado de una manera "casera" e improvisada, con el teléfono móvil de mi hija en un único ensayo, aprovechando que las dos niñas de Fuen y Jesús, Lucía y Alicia, estaban dormidas y descansando). Y lo hemos hecho  en el mismo salón que cantó su madre hace 38 años.  
   Entre las dos, madre e hija, han completado las dos partes de aquella entrañable canción que mi atractiva y joven mujer, con 35 años entonces, solía entonar con su bonita voz  mientras arreglaba las habitaciones de su casa, endulzando nuestras vidas con su alegría y cariño.
   Nuestra hija Fuen ha recompuesto  o "pegado" esa segunda parte de la canción cantada por ella, a la parte primera que teníamos grabada de su madre y, además, ha insertado las imágenes del pasado que ha creído convenientes en donde aparece nuestra inolvidable Carmen.  Y nos ha gustado muchísimo.¡Es precioso escuchar y ver a mi mujer y a mi hija cantando "juntas" a pesar del paso y separación inexorable de los años!
   No he podido resistir la tentación de publicar ya este entrañable vídeo, en donde se hace realidad el proyecto de nuestra hija Fuen, ¡cantando con su madre a través del tiempo! Aunque Fuen quería volver a grabar la canción sin tanta improvisación y con más ensayos, para sacarla más perfecta y estudiada. Pero no he tenido paciencia, y el corazón ha vencido a la mente. Pienso que la premura, la improvisación y la impaciencia, tienen también su gracia y atractivo, su autenticidad, su fresca sinceridad; y las imperfecciones técnicas que contenga el vídeo  son superadas con creces por la emotividad y el cariño inmenso que produce escucharlas y verlas completando un hermoso proyecto, un filial deseo de compartir  con la madre una misma canción que, en realidad, será ya siempre el recuerdo imborrable de una bonita historia familiar.

ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  DE LOS ESPACIOS OCUPADOS No sé cuantas personas podrán estar en la misma situación, de tener ocupados todos los espacios de los estantes...