ALGO
MÁS DE ENRIQUE DE LA HOZ DÍAZ
Hace unos días, un amigo me dejó un antiguo
disco de vinilo conteniendo varias melodías interpretadas al piano por el
famoso rodense Enrique de la Hoz. Se lo
agradecí y agradezco otra vez, pues de no ser así jamás habría escuchado su virtuosismo autodidáctico.
Pocos conocen que hubiera grabado tal disco en Colombia. Ha sido una sorpresa histórica que agradezco enormemente. Me ha
gustado muchísimo escucharlo y a pesar de la distancia cronológica y
generacional lo he sentido cercano e
íntimo, generando en mí una gran admiración hacia su persona.
Habrá bastantes jóvenes que ni siquiera
hayan oído hablar algo de él, tal vez que fue el autor del famoso pasodoble de
nuestras fiestas patronales de agosto: “Luminaria”. En mi caso sí que lo
conocía por los comentarios y referencias que mi madre solía hacer.
Recuerdo que uno de ellos era describiendo su delgado cuerpo mimbreándose gesticulante y dinámico mientras tocaba el
piano. Y solía recordar que, según don
Arturo Alarcón, parecía aporrearlo con sus largos dedos, en contraposición a la
dulzura con la que los intérpretes locales de entonces deslizaban sus manos en el marfil. Además, quienes hemos sido discípulos de su tío, don Antonio de la Hoz, alguna vez nos
hemos interesado un poco más por esta original familia de artistas.
Pero
estoy convencido que, en general, es poca la información que atesoramos de este
gran rodense y de su lucha por promover la cultura, especialmente la música, con
meritorios logros nacionales en su haber y llegando a ocupar importantísimos altos cargos de responsabilidad en diversos
organismos.
En su ambiente rodeño de juventud, destacaba
siempre por sus tendencias artísticas, culturales, aprendiendo a tocar el piano en solitario, escribiendo en
la prensa local, participando activamente en los debates y reuniones sociales;
pero sus grandes inquietudes y proyectos le hicieron saltar de este entrañable lugar
hacia otros horizontes y estratos más influyentes y prometedores.
Al buscarlo documentalmente en nuestro ámbito local, lo encontramos en la
antigua prensa, como Patria Chica, y más cercano aparece en el fallero de 1946 hablándonos de su famosa “Luminaria”. Entonces ocupaba el
puesto de Jefe de Emisiones de Radio Nacional de España en Madrid, siendo
también el director-gerente de la prestigiosa revista “Música”.

Después lo volvemos a
encontrar en el libro del año 1966, escribiendo desde sus cargos de
Subsecretario General de Cultura Popular del Ministerio de Información y Turismo, y de
Comisario General de los Festivales de España. Precisamente nos habla de ellos transmitiéndonos sus
pensamientos con entusiasmo:
…Los “Festivales de España” de nuestro
Ministerio de Información y Turismo llevan una hermosa carga de posibilidades
culturales, que depositan con amor cada año por esta España diversa y
admirable, soñadora y despierta: el Teatro, la Música, la Danza, las Artes Plásticas, la Poesía, el
Folklore, la Canción… Nada es excluyente, los carruseles habituales siguen
dando vueltas, y los toros y las verbenas continúan; la cultura popular es eso también.
La última cita local la encontraríamos en la publicación
municipal del año 1994, donde Juan Martínez, nuestro entrañable e inolvidable
“Juanete Sorolla”, recordaba que antes
del pasodoble “Luminaria” Enrique ya había compuesto a su novia otro que
llevaba su nombre: Cecilia Lizcano. Aquel pasodoble que tanto conocemos los
rodenses fue estrenado en el Teatro Cervantes en un homenaje que se le hizo a
la banda de música, dirigida entonces
por Jeromo Castillo, tras haber ganado el primer premio del Certamen Provincial
de Bandas en la Feria de Albacete de 1943.
Y poco más
podríamos saber de Enrique de la Hoz consultando nuestros medios locales.
Yo me crucé con
él fugazmente por la calle de la Virgen el día del sepelio de su tío don Antonio de la Hoz. Creo que fue el 27 de
enero de 1988. Lo recuerdo estilizado,
muy delgado, con un gran porte señorial, acompañado de su esposa y otra pareja amiga. Aunque fue la primera y única vez que lo vería, intuí quién era y presentándome como
un exalumno de su tío le expresé mis condolencias. Ya no supe más de su
persona, ni recuerdo que se haya comentado algo más de su vida en nuestros
círculos locales. Pero en este afortunado día en el que un buen rodense me ha
dejado su disco, sabiendo de los grandes logros del paisano y de mi afición por
la historia local, he decidido tenerlo presente, recordándolo y buscándolo
mejor por otros archivos.
Dejó tras de sí muchos rastros culturales,
pues solía aparecer en la prensa nacional presidiendo bastantes actos importantes. Por ejemplo en 1965 como
Subdelegado General de Cultura entregando premios a los representantes de 17 países europeos e
hispanoamericanos que habían intervenido en la emisión del II programa
radiofónico “La Navidad en el Mundo”. O a través de dos páginas del ABC sevillano por
su visita a los Festivales de España de aquella ciudad, reconociéndole su
protagonismo e iniciativas en tales
eventos, así como en la creación de la
Orquesta Sinfónica de Radio y Televisión y en su siguiente proyecto de la
creación de la Compañía del Teatro Popular Español.
La prensa nacional
continuaría dándonos noticias y
entrevistas suyas, ruedas de prensa, como en 1967, junto al señor José Tamayo, presentando la segunda edición de la Antología de la Zarzuela que sólo
disfrutarían entonces Madrid, Barcelona
y Sevilla. Y reflejaba los nombramientos
de sus sucesivos cargos, aunque la mayoría de nosotros, sus paisanos, no nos enteráramos demasiado de tan digna
trayectoria: Por ejemplo, se leía en ABC de 12 de enero de 1982 el
nuevo puesto que ocuparía Enrique al ser nombrado Delegado en la Orquesta de
RTVE, ( antes había sido Comisario Nacional de la Música y Vicepresidente
ejecutivo de la Orquesta Sinfónica de RTVE).
Podríamos plasmar
infinidad de noticias importantes sobre su presencia en actos oficiales y hasta
de reseñas informativas familiares, como
de las bodas de sus hijos, o de la muerte de su esposa Cecilia,… y de la suya. Pero de su grandeza personal e inquietud creativa nos han hablado personas que lo conocieron
mejor y fueron sus amigos íntimos. Bastaría releer el artículo “Adios a Enrique
de la Hoz” escrito por Carlos Robles Piquer que se publicó en 1996 en la “Revista Veintiuno” o en el
periódico madrileño ABC, para resumir mejor la vida de este preclaro
e ilustre rodense dedicado
concienzudamente a difundir por toda
España la música, la danza, el teatro…la cultura.
Como dijo en señor Robles Piquer, “ fue un hombre para
la música, y para el teatro, el periodismo, la radio y el espectáculo en
general; pero fue sobre todo un hombre de bien que dedicó con pasión su vida a
lo que amaba".
Después de su infancia y juventud en La Roda,
durante un tiempo fue el Director de Radio Nacional de Cuenca y también había buscado nuevos horizontes marchando a América, trabajando en la Radio Nacional colombiana
y en la Escuela de Arte Dramático de Bogotá, del Teatro Colón, que dirigió magníficamente.
(Seguramente que a esta época pertenece el disco ya referido). Había logrado salvarse, milagrosamente, de las matanzas y odios de la guerra
civil española, no como le ocurrió a parte de su familia; y posteriormente desempeñó los
cargos que al principio del artículo comentamos.
Además, fue el responsable técnico y crítico de la Orquesta Nacional de España en su cargo
de Comisario de la Música en el Ministerio de Educación y Ciencia, así como el
iniciador y promotor en las ideas de crear
la Orquesta Sinfónica de RTVE, de desarrollar y divulgar los Festivales
de España por todo el territorio nacional. Y especialmente fue el artífice en la idea de crear y lanzar el grandioso
espectáculo lírico de la “Antología de la Zarzuela” que tan maravillosamente
supo montar y dirigir José Tamayo.
¡Quién sabe si, recordando a los teatros rodenses Liceo y Cervantes con tantas funciones de zarzuela que en su niñez y juventud vería allí,
intuyera o adivinara el gran éxito que
tendrían las selecciones de fragmentos de zarzuelas que Tamayo preparó en sus
Antologías! Lo cierto es que triunfaron rotundamente.
Su hijo Gonzalo se
casó con Malena de Arespacochaga y Velo
en 1971. Y su otro hijo, Enrique, se desposó con Isabel González. Marcándole profundamente la muerte de su esposa, Cecilia
Lizcano de la Hoz, que murió el 14 de octubre de 1994, él le
sobrevivió casi dos años más. Su genealogía e historia continúa en sus nietos.
Su amigo escribió estas bonitas palabras de despedida: “Ante su piano
celestial, nuestro amigo de la Hoz, participa seguramente ya en la eterna
música de las esferas”.
Pienso que en su
tierra natal, como suele ocurrir, no le hemos prestado la atención e importancia que este hombre se
merecía; sin embargo, a nivel nacional y en memoria de sus inquietudes
culturales que tanto beneficiaron a la
nación, existen ciudades que lo recuerdan con prestigiosos concursos para bandas de música que llevan su
nombre.
ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA