lunes, 1 de julio de 2019


EL RENACER DE LA ZARZUELA EN LA RODA

   De nuevo, se ha representado la zarzuela “La Rosa del Azafrán” en el Auditorio de la Casa de la Cultura en las tardes del sábado y domingo, 29 y 30 de junio del presente año 2019.
    La joven "Banda de Música Virgen de los Remedios", creada y dirigida magistralmente por Juan Villodre, junto al amplio reparto de participantes que intervienen en la obra, nos han vuelto a reunir en torno a uno de los espectáculos musicales que más  gustan y agradan a los rodenses de todos los tiempos.

   Y otra vez hemos disfrutado con profunda admiración de nuestros jóvenes artistas, con una música entrañable, muy cercana y muy manchega, como manchego era su autor, don Jacinto Guerrero, nacido en Ajofrín (Toledo); y nos hemos deleitado con las increíbles voces de los intérpretes rodenses: Miguel Ángel Andrés, poderoso y afinado en su papel de Juan Pedro; Isabel Marchante, como siempre excelente, hizo el papel de Sagrario; Y, como ya descubrimos en la representación de otro año pasado, sorprendió y cautivó la voz y puesta en escena de María Martínez Leal en el personaje de Catalina, que, si alguien no conocía todavía su valía como cantante y actriz, le habrá quedado bien demostrada después de escuchar su “Esta mañana muy tempranito”; Luis Mazcuñán volvió a sorprender gratamente en su magnífico personaje cómico de Moniquito. ¿Y qué decir del gran actor y director escénico Federico Martínez en su genial interpretación de “Carracuca”? Magnífico e inigualable.

   Igualmente resultaron fantásticas y espléndidas las interpretaciones de Ana Fernández como “Custodia” y Paco Escribano como “Don Generoso”.  Todos los personajes del reparto gustaron muchísimo, el grupo de baile, el coro, los niños que participaron y la que hizo de madre de uno de ellos, Julia Olivares, con una resuelta  y segura puesta en escena como "Dominica"; así como José Gascón que mostró su voz bien timbrada en una breve aparición individual. 
   No debemos olvidar el esfuerzo en mostrar unos fondos de artísticos decorados manchegos, calles, ... molinos, fruto del entusiasmo derrochado por otras personas colaboradoras muy sensibilizadas con el arte y la cultura. El sonido estuvo bien equilibrado y en perfecta armonía los instrumentos musicales con las voces de los cantantes. En fin, todo fue un deleite y un regalo cultural para las tardes del sábado en la que asistí, o del domingo, en una segunda sesión que también tuvo gran resonancia y éxito.

   Todos los asistentes nos sentimos muy orgullosos y muy afortunados de volver a contemplar las magníficas escenas manchegas desarrolladas con el mejor estilo profesional, a pesar de no serlo oficialmente casi ninguno y vivir la mayoría de otros oficios.

   ¿Y cómo no recordar, aquí y ahora, los pasados esfuerzos de otras generaciones, como las de nuestros padres y abuelos, por intentar revivir en sus tiempos el ya muerto y olvidado mundo de la zarzuela? Pues a La Roda siempre vinieron buenas compañías en el ancestral "Teatro Liceo", "Cervantes" o "Avenida"; y también surgieron grupos locales importantes en torno a este género lírico, con buenas voces y grandes cómicos, que supieron representar zarzuelas inolvidables, como me recordaba muchas veces mi madre, Antonia García Carrasco, y hemos leído en numerosas crónicas culturales del gran Antonio Martínez, "Sorolla", en la antigua prensa rodense. Y alguna de aquellas buenas voces resonó a nivel nacional e internacional, ya profesionalmente, como la del barítono rodense Andrés García Martí. También nuestro pueblo tuvo un buen músico  compositor, creador de alguna zarzuela con tema totalmente localista, como fue don Arturo Alarcón con su obra "Por el atajo".

    Se dice que el momento de mayor brillo nacional de la zarzuela había ocurrido en la última parte del siglo XIX, cuando compositores como Bretón, Chapí, Chueca, Valverde, Amadeo Vives… obtuvieron sus mayores éxitos. Después, los últimos buenos compositores y creadores de este género,  conocieron un paulatino declive y profunda crisis, hasta la mitad del siglo XX, ante los nuevos gustos del público, con la irrupción cinematográfica y otros espectáculos musicales y escénicos diferentes,  que los empresarios no dudaron en promover tal y como les demandaban las gentes de entonces.

   Sería interminable la enumeración de tantos geniales y últimos compositores que estrenaron sus zarzuelas en los años treinta, ya en plena crisis. Sólo recordaremos los últimos y más cercanos a nuestro tiempo, contemporáneos con el creador de la zarzuela que hemos visto en La Roda este  pasado fin de semana: Jacinto Guerrero. Éste había nacido en 1895 y murió en 1951.  Entre sus muchas zarzuelas,  nos dejó: “La montería”, “Los gavilanes”, “El huésped del sevillano”, “La Rosa del azafrán”.

   Federico Moreno Torroba,  muerto en 1982 a los 91 años, nos dejó su principal éxito, “Luisa Fernanda”.

   De Pablo Sorozábal, que falleció en Madrid en 1988, destacamos “Katiusca”, “La del manojo de rosas”, “La tabernera del puerto”, “Don Manolito”, (que protagonizó muchas veces nuestro internacional paisano Andrés García Martí).

   Nadie pudo evitar la decadencia de la zarzuela ante tantos factores negativos que influyeron injusta, pero inexorablemente, en su ocaso; aunque este maravilloso género lírico sí puede seguir superviviendo en nuestra sociedad, a pesar de todo lo expuesto,  y de lo caro que resultaría cada representación  con profesionales que vivieran de sus voces o instrumentación, del influjo de la televisión que acabó con los cines y teatros de nuestras humildes localidades… 

   Pero  la zarzuela podría renacer  de sus artísticas cenizas y ser conocida y admirada por las nuevas generaciones de nuestros hijos, nietos y  tantas otras venideras. Al menos, así parece que está ocurriendo en La Roda  gracias a personas  tan entusiastas y emprendedoras  como las que hemos visto y admirado en nuestro  auditorio con “La rosa del azafrán”, ( y otro año fue con "La gran vía") . Dichas personas: músicos, cantantes, bailarines, actores y ayudantes en general, todas ellas, con su incansable emprendedor y director musical, Juan Villodre,  merecen el más solemne y largo aplauso, los elogios más cuidados y el más profundo agradecimiento de todo el pueblo de La Roda y de otros muchos admiradores de localidades vecinas, por todo lo que han hecho hasta ahora, y  por  lo que aún  son capaces de hacer.

                     Adolfo Martínez García

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