sábado, 15 de marzo de 2025

 

OTRA ESTRELLA INFANTIL EN NUESTRO COLEGIO

Por las décadas de los 70 y 80, disfrutamos mucho en los ensayos y en los festivales del colegio José Antonio (hoy Purificación Escribano), con la existencia  de niños y niñas  muy artistas, con facultades especiales para brindar a los demás su arte y gracia, haciendo felices a sus compañeros, familiares y educadores, interpretando canciones maravillosamente con sus voces dulces y afinadas, o con sus instrumentos musicales (guitarras y flautas dulces).

   Recordamos, por ejemplo, a la niña de 10 años que por 1976, cantaba como solista en la rondalla del colegio: Ana María Tébar Piqueras; o a Mari Carmen García Verdejo cantando “Soy Rebelde” en el festival de 1984, toda una especial revelación; y otras, también con excelentes  interpretaciones como Piedad Tébar Piqueras, Remedios Arenas…; aún recordamos con buen humor al genial Andrés Pérez Chicano cantando muy bien unas coplas disfrazado de “Tejero”. Y no olvidamos a los excelentes flautistas Francisco José Sánchez Cano y Pascual Lara Sáez; y a los guitarristas  Isidoro Martínez, Julia Martínez, Juan Nieves, José Cuesta…que acompañaban rítmicamente con acordes a sus compañeros cantantes. Sigo buscando grabaciones de entonces y deseo seguir recordando y publicando más interpretaciones artísticas de niños y niñas de nuestro colegio en  posibles  artículos venideros. Ya escuchamos cantar en las audiciones de  trabajos anteriores a Mari Carmen García Verdejo ( que fue en mi blog), y a Ana María Tébar Piqueras. Pero hoy, rescatamos de la memoria la grabación  que pertenece a un ensayo realizado en la biblioteca, interpretada por la entonces niña Piedad Tébar Piqueras, con bonita y afinada voz.


Es la hermana pequeña de Ana María, la  solista en la rondalla de 1976, pero en unos años después; y Piedad también dominaba el cante, es una artista,  y  como suele decirse: “las dos hermanas lo llevan en la sangre” por  sus raíces familiares andaluzas.  Podemos escuchar su canción mexicana pulsando en el dibujo de la niña que ilustra al artículo.

Adolfo Martínez García

martes, 18 de febrero de 2025


 

                      MI GUITARRA Y  “TRES YOS”

El deseo de aprender a tocar la guitarra me vino cuando, de adolescente,  me encontré los restos de una preciosa guitarra con incrustaciones de nácar, que estaba  en una habitación de la casa de mis abuelos maternos. Digo restos porque el mástil estaba partido por el clavijero y  la caja de resonancia estaba rota, presentando dos mitades partidas longitudinalmente; también, en un lateral tenía un roto con falta de madera; pero toda ella  estaba adornada con ricas incrustaciones. Debió ser preciosa de nueva. Ignoro lo que le pudo ocurrir al instrumento para quedar tan destrozado.

   Por las fotografías antiguas que guardaba la familia, se sabía que nuestro abuelo, Leopoldo García Aranda, sabía tocar la guitarra. En las fotos aparecía de  joven con ella y con varios de sus amigos formando como una orquestina; pero los nietos más mayores, nunca lo llegamos a ver  con la guitarra.

  Admiré con pena aquel instrumento tan bonito y roto, e intenté “remendarlo” con mis pocos medios de niño,  sujetándolo con cuerdas y cintas adhesivas; pero era imposible poder tensar sus viejas cuerdas  y sacarle algún sonido.  No obstante,  me interesé en saber dónde estaban las notas musicales más elementales, (que ya conocía de las clases de solfeo como educando, asistiendo por las noches al viejo edificio del antiguo Ayuntamiento con el método de solfeo “Eslava” y el maestro de música Aurelio Oltra). Para ello me compré en el “carrillo de Paulino”, que conocíamos como “Paulino el de las pipas”, un librito o revista de canciones con el  aprendizaje elemental de las notas musicales y acordes en la guitarra española. La revista pendía de una cuerda tensada de extremo a extremo del carrillo junto a otras revistas y bolsas de “chucherías”. Ese domingo no fui al cine y con el dinero de la entrada y algo más me compré la revista.Tal vez, yo tenía por entonces unos 14 años de edad.

   Con aquella revista  me subía a la cámara de mi casa y fui aprendiendo poco a poco qué notas musicales eran las cuerdas de la guitarra “al aire” y cuáles otras notas del pentagrama resultaban al pulsar los trastes correspondientes con los respectivos dedos de la mano izquierda; y con cuáles dedos de la mano derecha  debía hacer vibrar las cuerdas. Cuando  supe todo aquello, repasaba y practicaba con la guitarra rota las lecciones de solfeo del método “Eslava”, aunque no emitiera sonidos correctos.

   Disfrutaba muchísimo aprendiendo autodidácticamente, y aunque la guitarra rota no emitía los sonidos deseados por no poderse tensar y afinar sus cuerdas,  iba solfeando y pronunciando en voz alta las notas, sin entonar, en las primeras lecciones del elemental método que ya he comentado. Así de incorrectamente  intenté aprender a tocar algo la guitarra. Y, al menos, siguiendo las indicaciones de aquella revista, supe dónde estaban las notas del pentagrama en aquel deteriorado instrumento y cuáles eran las “posturas” de los dedos de la mano izquierda para formar los acordes más elementales de algunos tonos. (Do, La, Re, .... mayores y menores, con sus tónicas, subdominantes, etc. ).

   Después, pasados unos años, cuando ya pude comprarme una guitarra y otros caprichos con mis propios medios, aquellos aprendizajes autodidactas que había practicado en la adolescencia me sirvieron de mucho,  pasando los ratos de ocio interpretando con la guitarra algunas melodías o canciones que me atraían. Y hubo unos años especiales que, para distraerme  más y divertirme mejor, tocaba una melodía mientras la grababa en el magnetófono por primera vez; después, la reproducía en el mismo magnetófono mientras la acompañaba con los acordes correspondientes de la guitarra, grabando todo  en otra cinta virgen de “radio cassette”, en una  segunda vez. (Claro necesitaba tener dos grabadoras: el magnetófono y un “radio-cassette”). Entonces cuando reproducía esta segunda grabación del “radio-cassette”, se escuchaba a “la guitarra primera” tocando la melodía, y también se escuchaba “otra guitarra segunda” acompañando la melodía rítmicamente con acordes.

   Y, finalmente, por tercera vez, cuando volvía a reproducir la segunda  grabación (donde se escuchaban las “dos guitarras”: una “punteando” o interpretando la melodía, y la otra acompañándola rítmicamente con acordes ), volvía a grabar todo, ¡por tercera vez!, mientras le añadía alguna percusión de pandereta, u otros golpes con las manos, etc. etc.; con lo cual, al haber ido grabando y reproduciendo la melodía,  acordes, y percusión,  una y otra vez, hasta tres veces,  parecía que tocaban tres personas en la última grabación. Sin embargo,  estaba yo solo y resultaba muy divertido.

   De ahí el titular de este artículo y de   aquellas grabaciones como:  “Mis tres Yos”. Era una manera, como tantas otras posibles, para no aburrirse y disfrutar de mi propia música e inventiva.  Así me lo pasaba musicalmente bien.



He buscado y encontrado una cinta de entonces con algunas grabaciones finales, realizadas de la manera ya descrita. Ahora, con cierta nostalgia y admiración de aquellas ocurrencias juveniles,  me gusta volver a escucharlas, aunque las grabaciones o interpretaciones no resultaran lo perfectas que me hubiera gustado; pero tienen su encanto y su mérito. La simbólica foto fija compuesta por una pandereta, dos grabadoras y una guitarra,  sintetiza y recuerda aquellas grabaciones. Y pulsando en esta otra de la guitarra incompleta, se pueden escuchar dos de aquellas canciones: 1ª “Gloria, gloria, aleluya”; y 2ª “Por el camino de México”). Gracias.

Adolfo Martínez García


miércoles, 12 de febrero de 2025

                                                 ADIÓS A DON JOSÉ BLASCO

Esta mañana,  del miércoles 12 de febrero de 2025, tras la Santa Misa de las 10´30 horas,  hemos despedido para siempre el cuerpo de un gran hombre de La Roda:  don José Blasco Celaya. La lluvia tan necesaria y deseada, ha acompañado y bendecido esos momentos tristes de despedida, como si tras una pena irremediable, el Cielo nos quisiera aliviar con una pequeña esperanza. ¡Quién sabe si por la casual intercesión de un alma que siempre estuvo al servicio de los demás!

   Don José Blasco fue una persona especial, muy trabajador, familiar y muy activo,  que siempre estuvo al servicio de sus múltiples alumnos, de los colegios en donde ejerció, de la iglesia  y del pueblo en general. Lo podremos recordar en diversas facetas de su vida y siempre al servicio de los demás. Personalmente me viene a la memoria verlo en el despacho parroquial atendiendo a quienes iban a casarse, o a bautizar un hijo, etc. siempre práctico y diligente, mientras también podía estar atendiendo a cualquier persona que estuviera buscando datos en el archivo parroquial, que también custodiaba. Concretamente a mí me atendió muchas veces en la búsqueda genealógica de ancestrales abuelos.

    Y también lo recuerdo perfectamente entrenando y dirigiendo a su fantástico equipo infantil masculino de baloncesto, entonces casi invencible, con chicos como Marcial, su hermano César, etc., en aquellos magníficos Juegos Escolares Nacionales, en los que tanto participábamos y competíamos los colegios de La Roda. También llevó buenos equipos femeninos; un periódico escolar, las secretarías, etc. etc. Era un maestro y entrenador “todo terreno”, muy popular y querido. Siempre será muy recordado por sus alumnos, familiares y amigos. Descanse en Paz este gran hombre y amigo.

Adolfo Martínez García


sábado, 1 de febrero de 2025

 

INSOMNIO REBELDE

Desde hace unos días no puedo conciliar bien el sueño. Mi mente no deja de producir escenas, recuerdos, textos, melodías, … y unos atraen a otros sin cesar, con lo cual, siempre están circulando por la memoria imágenes y músicas por doquier, y sigo sin perder la conciencia. Hora tras hora, aunque estoy descansando en la cama plácidamente,   me estoy dando cuenta que no duermo. Y claro, en los días siguientes, como se vuelve a repetir lo mismo, me siento algo “bombizo”, como cansado y menos activo.

   Antes de tener que ir al médico, sin más remedio, para que me recete algo apropiado, he procurado utilizar remedios caseros populares y dispares, como poner una radio con emisiones monótonas; tomar una infusión de Valeriana; o poner unas dulces melodías relajantes y casi inaudibles.

   Pero cuando probaba con las emisiones monótonas de la radio, en vez de no hacer caso al palabrerío de fondo y dormirme por su incesante información, ponía instintivamente  atención a lo que se decía porque deseaba saber lo que pasaba; y cuando tomé la valeriana, parecía hacer su efecto, pero enseguida desaparecía al tenerme que levantar en algún indispensable y preciso momento; y ya no podía dormir.

   Y, con la música dulce y suave, relajante, escuchando como el goteo de una fuente de agua mientras sonaban los arpegios de un piano melodioso, en vez de que llegara el sueño ansiado, me venían los recuerdos e imágenes añoradas de nuestros viajes y estancias al balnerio de Benito, con nuestros hermosos paseos hasta una de las fuentes más alejadas del recinto. La fuente era grande, de forma redonda, con elevados chorros de agua en el centro, que la hacían muy llamativa y relajante. Frente a dicha fuente, Carmen y yo nos solíamos sentar en un banco de madera, y mientras los chorros del agua acariciaban con sus saltos y caídas nuestros oídos, los ojos se deleitaban en el paisaje agreste del entorno: Por la izquierda, veíamos las laderas de los altos cerros transitados por rebaños de ovejas, mientras en el fondo del valle pasaban veloces algunos vehículos por la carretera de Jaén; a nuestra derecha, el largo y serpenteante camino que llevaba a Reolid se veía solitario, aunque en otras ocasiones, era transitado casi incesantemente por dialogantes cuadrillas y parejas de residentes en el balneario. Su recorrido discurría entre salvajes cerros llenos de carrascas y pinos; y al fondo, por encima de la fuente, muy lejos, se divisaban sobre el difuminado pueblo de Reolid las laderas empinadas de altos cerros llenas de numerosísimos olivos. (Un año de aquellos, al final del acostumbrado paseo, quise dibujar del natural el paisaje de la fuente y me llevé un bloc y bolígrafo para hacer un apunte rápido y fantasioso del momento. Lo he buscado y me ilustra este artículo).


  Mientras estaba escuchando la dulce melodía que hipotéticamente me traería el sueño, y en realidad era todo lo contrario porque me estaba espabilando, no cesaban de volver los muchísimos momentos preciosos con Carmen, …sentados frente a aquella fuente final del extenso cercado del balneario, donde todos los años volvíamos con la misma ilusión, disfrutando de sus aguas, comidas y paisajes.

   ¡Cómo iba a poder dormirme con tantos recuerdos! Mi mente no cesaba de procesar momentos y escenas felices con mi mujer. Y parecía estar viéndola allí, en el balneario, a mi lado, al atardecer, como cada año.

   Acurrucado en la cama y sin dormir, me dieron ganas de evocarla, de llamarla, de solicitar su compañía en la oscuridad del dormitorio. Pero recapacité. Era absurdo. Nadie puede vencer y modificar las leyes del Universo, y un espíritu, un recuerdo, que existe en otra dimensión y mundo imaginario, no puede materializarse y contactar con el mundo real, material y humano. Así que, sólo me resigné a recordarla emocionado. Al menos, su precioso recuerdo me ha inspirado y animado de nuevo para crear este artículo. Y aunque dominado todavía por el insomnio, que seguro será pasajero, he sido de nuevo feliz, volviendo a los momentos inolvidables de nuestros  breves viajes y estancias en aquel famoso balneario donde Carmen fue tan dichosa.

Adolfo Martínez García


viernes, 24 de enero de 2025

 

HACE UNOS 61 AÑOS

En la década de los 60, allá por 1964, compré un magnetófon de marca Ingra. Era para cintas grandes de larga duración, como las que tenían las emisoras de radio; y con él grababa las voces de la familia y amigos, así como la música del momento. Sabía que podían ser importantes recuerdos para  cuando pasaran muchos años.

   Y una tarde de aquellas, sería sábado, hace 61 años, espontáneamente, se les ocurrió a Juan Merlos, Manolo Moreno, Ángel Sotoca y Paco Huedo, juntarse en un aula de la Academia Cervantes para  divertirse y entretenerse en lo que más les gustaba, como era cantar y tocar con las guitarras canciones del momento. Al grupo me uní con la intención de grabarlos con mi novedoso aparato. (Las fotos que he podido conseguir para ilustrar el artículo no son todas de la misma época, pues algunas son de aquellos años, y otras son más recientes).

    Juan Merlos acompañaba rítmicamente las melodías con acordes en una guitarra española; Manuel Moreno “punteaba” las canciones en otra guitarra española; Ángel Sotoca  golpeaba con las manos el tablero de la larga mesa a cuyo alrededor estábamos sentados, como si de una batería se tratara; Paco Huedo y los tres anteriores componentes del grupo, cantaban; todos cantábamos.

   Fue una tarde deliciosa, musicalmente hablando, pues los cuatro improvisados músicos eran de lo mejor que teníamos en La Roda. Por entonces  no se había constituido públicamente ningún conjunto local, aunque se rumoreaba que unos conocidos chicos querían ser un conjunto moderno y ya ensayaban canciones en un impensable habitáculo, pues era una funeraria; pero, todavía no tenían comprados sus instrumentos electrónicos ( guitarras eléctricas, bajo, batería, micrófonos…) y por lo tanto tampoco habían debutado en público, (ellos serían después “Los Gardos”).  Por lo que aquella reunión musical en la Academia Cervantes tuvo su importancia, ya que, sin ánimo de formar un grupo o conjunto de música moderna, sólo con la intención de pasar una tarde de sábado, cantando y tocando las guitarras, fueron realmente el embrión y primer conjunto moderno de jóvenes, aunque desconocido y efímero, grabando algunas melodías que les entusiasmaban. Pronto se constituirían “Los Gardos”, “Los Makukos” o “Gatos Rojos”, y tantos otros conjuntos rodenses jóvenes de los que disfrutamos.

   La grabación quedó en una larga cinta que tuve la intención de dedicar exclusivamente a los conjuntos rodenses; pero dicha cinta al igual que el magnetófono, sufrieron diversos imprevistos, borrados y accidentes, sobre todo el magnetófono que, además de quedar obsoleto y desfasado por los modernos “cassettes”, se me estropeó gravemente con el tiempo y  no tuvo reparación posible por no existir ya las piezas a reponer, ni la fábrica que los creó.

   Este año, 2025, los Reyes Magos, que son muy magos, me han dejado un aparato grabador igual que el averiado; es de segunda mano, pero medio funcionaba bien, y mi hijo Adol ha logrado mañosamente ponerlo a punto. Gracias a él, hemos rescatado fragmentos de algunas canciones de aquella memorable tarde, que podrán escuchar en este artículo, como la humorística "El burro de la tía Vinagre"; después: “Guitarra tango” y “Flamenco” que hicieron famosas “The Shandows” más “Los Pekenikes”, y “Los “Brincos”, respectivamente.

   De todas maneras la grabación en la cinta magnética, después de tantos años, contaminada con polvo, esporas, etc.,  y… con  tomas no profesionales, “caseras” y espontáneas, sin ensayos previos, no tienen la calidad que quisiéramos, y son puramente testimoniales; pero a pesar de todo se refleja el buen “punteo” o interpretación de las melodías por Manolo Moreno; el magistral acompañamiento rítmico del genial Juan Merlos;  los acertados y oportunos golpeos en la mesa del futuro batería de “Los Gardos”: Ángel Sotoca; y también las voces agrupadas de todos  los componentes, junto a la de Paco Huedo, futuro vocalista de “Los Gardos”. Repito que es una audición testimonial de la época joven de estos  rodenses que bien conocemos todos,  lamentando desde hace ya muchos años el fallecimiento de nuestro amigo Paco Huedo, por lo que estas audiciones, casi milagrosamente rescatadas, tienen para nosotros mucha más importancia.

  ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA




domingo, 5 de enero de 2025

 

MAGNÍFICA GRAN GALA LÍRICA

Ayer, sábado, día 4 de enero, tuvimos la dicha y privilegio de asistir a la Gran Gala Lírica protagonizada por nuestro querido tenor albacetense, Gabriel Blanco, con  la Joven Orquesta de Albacete dirigida por el rodense Juan Villodre, y con el coro del Orfeón de la Mancha, a las 19  horas en el auditorio de la Casa de la Cultura, dentro de las actividades culturales programadas por nuestro Excmo. Ayuntamiento.

   El pueblo de La Roda demostró, una vez más, con su masiva asistencia y sus fuertes aplausos y vítores,  su pasión por la música, por las buenas voces y magistrales interpretaciones instrumentísticas. Acompañado por mi hija Fuen, disfrutamos de la preciosa Gala Lírica,  con una primera parte dedicada a la ópera, deleitándonos escuchando a Gabriel en varias de las arias famosas que nos brindó con su potente, dulce y modulada voz de buen tenor, finalizando esta parte operística con la conocida y famosa aria “Nessun Dorma” ( Que nadie duerma), de la ópera Turendot, del compositor italiano Giacomo Puccini, disfrutando y admirando la técnica y arte de Gabriel, emocionándonos con sus impecables agudos, recibiendo un enorme y efusivo aplauso con bravos del público.

   La segunda parte, se dedicó a famosas romanzas de zarzuelas muy conocidas, comenzando la primera con “¡No puede ser! Esa mujer es buena”, de la zarzuela “La Tabernera del Puerto”, del compositor Pablo Sorozábal, cantándola magistralmente con sentimiento y técnica depurada. Y claro, en una localidad de La Mancha, como es La Roda, no podía faltar “La Canción del Sembrador”, de la zarzuela “La Rosa del Azafrán”, del toledano Jacinto Guerrero, que arrancó los aplausos entusiasmados de los asistentes. (A pesar de estar escrita para barítonos y hacerla famosa barítonos como Emilio Sagi Barba, su hijo Luis Sagi Vela, o Marcos Redondo, también la cantaron varias veces tenores afamados, como Plácido Domingo o Alfredo Krauss; e igualmente lo ha hecho con técnica e ilusión nuestro Gabriel Blanco, manchego, albaceteño y rodense.

   El público entusiasmado le hizo repetir la romanza del sembrador y nos regaló también la canción de “Granada”, del compositor mejicano Agustín Lara, donde finalmente sus agudos pusieron a la gente de pie.

  La joven orquesta sonaba “como los ángeles” y el público ha quedado muy feliz y complacido, admirando en varios momentos la destreza de su joven flautista que el director señaló especialmente. También el coro del orfeón gustó mucho en todas sus interpretaciones, especialmente en el “Coro de los Esclavos” de la ópera Nabuco, de Verdi.

   Fue una tarde fina, maravillosa y plena de orgullo, especialmente por ser amigos y paisanos de hombres tan brillantes como el buen director Juan Villodre y el gran tenor Gabriel Blanco.

Adolfo Martínez García.


viernes, 3 de enero de 2025

 

                       CONFIDENCIAS DE MADRUGADA

A estas altas horas de la madrugada, el silencio apacible de nuestra casa sólo es rítmicamente rasgado por los vaivenes del viejo péndulo del reloj colgado en la pared del segundo portal. Con este bohemio rumor ambiental y algunas campanadas que, de vez en cuando, en sus horas, van marcando el lento paso de la noche, me he puesto a escribir algo, sin saber muy bien qué, pero debiendo hacerlo porque así lo siento ahora mismo.

   Debía estar durmiendo, pero un anhelo interior, un fuerte deseo, me ha incitado a transmitir algo de lo que pensaba y estoy pensando en la soledad de la madrugada. Algo que plasmar con las teclas de la ya clásica y nueva máquina de escribir, la mágica creadora de palabras: es decir, mi viejo ordenador.

  Me venían a mi memoria los recientes momentos familiares de estos días navideños, donde, a pesar de todo, seguimos cumpliendo  la ancestral tradición de celebrar esta bonita fiesta religiosa con la familia, superando y vencido todas las posibles perezas, penas acumuladas y desganas de diversión que pudiera sentir nuestro corazón; puesto que por estos días, recordamos más aún  a quienes nos faltan y jamás volverán.

   Pero, ¿Quiénes seríamos capaces de negar a nuestros hijos y especialmente a nuestros revoltosos y preciosos nietos, la dicha de sentir el mensaje de la Navidad, la ilusión de los regalos de Papá Noel o de los Reyes Magos, las buenas voluntades de sus mayores en las clásicas cenas familiares, y los brindis por un Feliz Año Nuevo?

   Y nos reunimos todos como familia en casa de unos u otros abuelos para sentir más íntimamente la Navidad, mostrando a los nietos  nuestra mejor cara risueña, mordiéndonos las penas disimuladamente, como ya hicieron a su vez, dándonos ejemplo, nuestros padres y abuelos. Así debe ser, como así fue siempre.

   En nuestra casa, la casa de Carmen y mía, de nuestros hijos y nietos, nos tocaba estar y comer todos juntos  el día de Navidad, y también en la  Nochevieja.  Y es muy hermoso y gratificante pensar que,  de aquel primer origen de esta hermosa familia que empezamos Carmen y yo, tras nuestra boda en 1978, hoy, es numerosa, y nos hemos podido reunir  hasta catorce. Ella, Carmen, fue el origen imprescindible, el crisol fuerte y sereno donde se fundieron personas tan maravillosas como nuestros hijos y nietos; y aunque ahora, desde el año 2019, ella nos falta físicamente, está espiritualmente siempre presente en la mente y corazón de todos. Como también están las fotografías de su atractivo rostro repartidas por las paredes de la casa, presidiendo gráficamente todo lo que hemos realizado en familia: la grata comida o cena de cada momento;  los instantes de ocio, juegos de mesa y televisión; los ratos de paz, sueño y silencio, como puede ser este, en el que escribo; teniéndola siempre cercana, imaginada y soñada; reina de nuestros pensamientos y recuerdos; siempre cariñosa, sonriente, dulce e inolvidable.

Adolfo Martínez García


  OTRA ESTRELLA INFANTIL EN NUESTRO COLEGIO Por las décadas de los 70 y 80, disfrutamos mucho en los ensayos y en los festivales del coleg...