martes, 8 de octubre de 2024

DE UN CENTRO ABIERTO PARA LA JUVENTUD

Estaba dando un acostumbrado paseo y, por curiosidad, quise ver de cerca cómo se encontraban las obras que se vienen desarrollando en las instalaciones del antiguo Silo, (en donde antes se almacenaban los cereales y  también donde hace unos años practicábamos el tiro olímpico, de precisión, con carabinas y pistolas de aire comprimido). Pero, ahora, las obras están dedicadas a la creación de un magnífico y esperanzador proyecto de Centro Juvenil, cultural y deportivo,  aprovechando y rehabilitando lo que se pueda de sus espacios y construyendo algunas  nuevas instalaciones.

   Según he leído en varias publicaciones supondría la remodelación de una gran superficie de metros cuadrados en donde nuestros adolescentes y jóvenes disfrutarían de  pista de baloncesto, acompañada por espacios recreativos con zona arbolada y de descanso; un rocódromo; una zona de usos múltiples y una zona para billar, futbolín…( y supongo que tenis de mesa, ajedrez, etc.) además de otro espacio de trabajo, con un almacén interior y aseos; una bolera de 479 metros cuadrados para cuatro pistas que comunicará con una zona de vestuarios y una cantina.

   Recordemos que dicho Silo y sus instalaciones fueron cedidas al Ayuntamiento de  nuestra localidad en el año 2021, por parte de La Junta  de Comunidades de Castilla La Mancha.

   Es una magnífica idea y proyecto municipal que  gracias a sus futuras instalaciones y futura puesta en marcha, los adolescentes y jóvenes de ambos sexos,  podrán disfrutar ampliamente.

   En el pasado, recuerdo en las décadas de 1950 a 1970, que mi generación y algunas otras anteriores y posteriores, disfrutábamos por las tardes de un centro juvenil que llamábamos “El Hogar”, estaba en nuestra Plaza Mayor, y su edificio aún existe convertido en viviendas; era del “Frente de Juventudes”, o después de “La Organización Juvenil Española”, donde, al margen de las ideas políticas que pudieran atribuírseles a sus fundadores a escala nacional, disfrutábamos los chicos de juegos de billar, futbolín, ajedrez, tenis de mesa ( donde era un verdadero espectáculo de admiración ver jugar a Julio Martínez Arenas y Eduardo Grande Villodre con sus distintas técnicas de coger la raqueta y lanzar continuos y sorprendentes “mates”  en sus  partidas); jugábamos al ajedrez, a las damas …, se enseñaba a tocar instrumentos de cuerda ( guitarra, bandurria o laúd) y allí ensayaba la rondalla de jóvenes; e incluso llegó a existir una escuela de dibujo artístico con modelos de escayola, cuyo profesor fue el pintor local y licenciado en Bellas Artes: Antonio Córdoba Lara. También disfrutábamos de una cantina atendida por el conserje, cuidador y vigilante de las instalaciones. Una gigantesca estufa con leña acondicionaba debidamente los grandes salones y hacía acogedora nuestra estancia allí. De aquella convivencia y amistad surgieron equipos competitivos en varios deportes, especialmente en fútbol, baloncesto y atletismo. Tuvimos un lugar donde recogernos en las tardes ociosas e invernales, que fue un complemento más para nuestra formación deportiva y cultural, como deseamos que lo sea el nuevo Centro Juvenil.

   Recuerdo que tiempo después, por el año 1967, los sacerdotes don José Luis García Cañada y don Victoriano Navarro Asín colaboraron principalmente en la fundación del “Club Roda Joven”, mixto, de chicas y chicos, pero mucho más limitado en sus servicios recreativos, aunque con intenciones parecidas de entretenimiento y fomento de la sana amistad entre la gente joven “algo más madura”, de donde surgieron grandes amistades y proyectos sentimentales, que hicieron mucho bien en La Roda, y dieron estabilidad a la juventud de entonces.

   Actualmente, “La Rokosa”, en el colegio María Auxiliadora, cumple funciones de formación, recreo y distracción con los jóvenes de la localidad, donde muchos chicos y chicas pueden divertirse, jugar y convivir sanamente, en especial, los domingos por la tarde.

   Pero el nuevo proyecto que tiene nuestro Ayuntamiento con la creación del nuevo Centro Juvenil es, como podemos imaginar ya al mencionar sus posibles instalaciones y servicios,  muy ambicioso y muy completo. Esperemos que esté terminado lo antes posible y puedan disfrutarlo plenamente  nuestros hijos, nietos y generaciones venideras durante muchos años.

ADOLFO MATÍNEZ GARCÍA

miércoles, 2 de octubre de 2024

 

DE LOS ESPACIOS OCUPADOS

No sé cuantas personas podrán estar en la misma situación, de tener ocupados todos los espacios de los estantes de sus librerías de casa con materiales que, en su día, estuvieron de moda y  en uso, pero que apenas se utilizan ya, porque han quedado obsoletos, y ahora se  emplean otros más modernos y con novedosas tecnologías. Y no obstante, todo ese antiguo material sin uso práctico, sigue almacenado en los estantes de los armarios; tal vez, por determinados motivos muy significativos, como el tenerles cariño, asociarlos con especiales circunstancias y recuerdos, el darles un gran valor sentimental…

   Por ejemplo habrá  quienes tengan grabadas y guardadas las primeras cintas grandes de audio para magnetófonos; y las que después surgieron como cintas pequeñas para los radio-casetes; también estarán guardadas las cintas grandes en vídeo con películas, reportajes culturales y recuerdos familiares, etc.; y las cintas pequeñas y originales de las cámaras de vídeo, que se conservarán con sus correspondientes aparatos antiguos de grabación y reproducción.

   Y aunque surgieron después los modernos discos CD y DVD, así como el “pincho o lápiz USB”, el “pendrive”, con unas dimensiones mínimas, pero capaces de almacenar innumerable información, sonidos e imágenes, muchas personas no quisieron deshacerse del material antiguo almacenado, aunque ocupara mucho espacio, y continuaron  guardándolo.

Estantes ocupados con cintas grabadas en vídeo y tomos de  diferentes enciclopedias

   Pero, ¿cómo esas personas  iban a ser capaces de deshacerse, por ejemplo, de la colección de cintas de vídeo “Las cien películas de nuestra vida”, si pensaban que eran las mejores cien películas de la historia del cine,  que con tanta ilusión compraron y estuvieron viendo en familia?; o de las  colecciones de vídeos sobre la naturaleza, la caza, animales salvajes, y otros muchos temas. Y era   imposible no seguir guardando los múltiples reportajes de personajes y acontecimientos de sus respectivas localidades, como romerías, fiestas, comuniones, bodas, bautizos…, grabados y archivados en vídeo.

   ¿Y qué decir de los queridos libros? que alimentan el entendimiento y embellecen los salones de las viviendas, honrando y dignificando a sus dueños; pero ocupando muchísimo espacio en las estanterías de sus muebles; cuando hoy, por Internet, se encontraría la información deseada a través de un teléfono  móvil o de un ordenador, y ambos ocupan  un mínimo espacio en la mesita de noche o en la consola del dormitorio.


   Pero, ahí están en las casas las entrañables, grandes y costosas  enciclopedias que las familias compraron hace tiempo y  están ocupando grandes espacios, sobre todo las compuestas por varios tomos, y otras de distintas especialidades: de historia, de arte, de geografía, etc.

   ¿Y quién sería capaz de deshacerse, por ejemplo, del “Larousse de Historia Universal” con 20 tomos?; de la “Summa Artis” con más de 40 tomos; de la colección “Atlas de National Geographic Society”, con 14 tomos; “Obras selectas de los premios Nobel”  con numerosos volúmenes; y tantas otras posibles colecciones importantes; creyendo además, que los libros deben ser siempre respetados e intocables en ese sentido.

   Tal vez, el problema resida en las edades que tengan las personas. Actualmente, con Internet y la facilidad para encontrar y almacenar electrónicamente los conocimientos, creo que ningún joven se compraría ahora una de aquellas grandes enciclopedias que antaño sus padres o abuelos adquirieron. ¡No les hace falta tenerla impresa y encuadernada en papel! ¡La pueden tener en un moderno “pendrive”, a través de los buscadores (Google, Yahoo, Bing, Firefox, etc.). Y serían las personas maduras y mayores, ─que compraron hace tanto tiempo sus colecciones de cintas y libros, cuando aún no se disfrutaba plenamente de la electrónica─, quienes tendrían los problemas de la falta de espacio, y muy especialmente aquellas personas que vivan en un pequeño piso.

   Entonces, ¿Se deberían despejar los espacios que ocupan esas   cintas inolvidables y esos libros maravillosos para poder ser ocupados  con otros soportes u objetos que estén más de moda y actualizados? ¿Qué deberían hacer esas personas necesitando más espacios libres?

                            Adolfo Martínez García


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