miércoles, 2 de octubre de 2024

 

DE LOS ESPACIOS OCUPADOS

No sé cuantas personas podrán estar en la misma situación, de tener ocupados todos los espacios de los estantes de sus librerías de casa con materiales que, en su día, estuvieron de moda y  en uso, pero que apenas se utilizan ya, porque han quedado obsoletos, y ahora se  emplean otros más modernos y con novedosas tecnologías. Y no obstante, todo ese antiguo material sin uso práctico, sigue almacenado en los estantes de los armarios; tal vez, por determinados motivos muy significativos, como el tenerles cariño, asociarlos con especiales circunstancias y recuerdos, el darles un gran valor sentimental…

   Por ejemplo habrá  quienes tengan grabadas y guardadas las primeras cintas grandes de audio para magnetófonos; y las que después surgieron como cintas pequeñas para los radio-casetes; también estarán guardadas las cintas grandes en vídeo con películas, reportajes culturales y recuerdos familiares, etc.; y las cintas pequeñas y originales de las cámaras de vídeo, que se conservarán con sus correspondientes aparatos antiguos de grabación y reproducción.

   Y aunque surgieron después los modernos discos CD y DVD, así como el “pincho o lápiz USB”, el “pendrive”, con unas dimensiones mínimas, pero capaces de almacenar innumerable información, sonidos e imágenes, muchas personas no quisieron deshacerse del material antiguo almacenado, aunque ocupara mucho espacio, y continuaron  guardándolo.

Estantes ocupados con cintas grabadas en vídeo y tomos de  diferentes enciclopedias

   Pero, ¿cómo esas personas  iban a ser capaces de deshacerse, por ejemplo, de la colección de cintas de vídeo “Las cien películas de nuestra vida”, si pensaban que eran las mejores cien películas de la historia del cine,  que con tanta ilusión compraron y estuvieron viendo en familia?; o de las  colecciones de vídeos sobre la naturaleza, la caza, animales salvajes, y otros muchos temas. Y era   imposible no seguir guardando los múltiples reportajes de personajes y acontecimientos de sus respectivas localidades, como romerías, fiestas, comuniones, bodas, bautizos…, grabados y archivados en vídeo.

   ¿Y qué decir de los queridos libros? que alimentan el entendimiento y embellecen los salones de las viviendas, honrando y dignificando a sus dueños; pero ocupando muchísimo espacio en las estanterías de sus muebles; cuando hoy, por Internet, se encontraría la información deseada a través de un teléfono  móvil o de un ordenador, y ambos ocupan  un mínimo espacio en la mesita de noche o en la consola del dormitorio.


   Pero, ahí están en las casas las entrañables, grandes y costosas  enciclopedias que las familias compraron hace tiempo y  están ocupando grandes espacios, sobre todo las compuestas por varios tomos, y otras de distintas especialidades: de historia, de arte, de geografía, etc.

   ¿Y quién sería capaz de deshacerse, por ejemplo, del “Larousse de Historia Universal” con 20 tomos?; de la “Summa Artis” con más de 40 tomos; de la colección “Atlas de National Geographic Society”, con 14 tomos; “Obras selectas de los premios Nobel”  con numerosos volúmenes; y tantas otras posibles colecciones importantes; creyendo además, que los libros deben ser siempre respetados e intocables en ese sentido.

   Tal vez, el problema resida en las edades que tengan las personas. Actualmente, con Internet y la facilidad para encontrar y almacenar electrónicamente los conocimientos, creo que ningún joven se compraría ahora una de aquellas grandes enciclopedias que antaño sus padres o abuelos adquirieron. ¡No les hace falta tenerla impresa y encuadernada en papel! ¡La pueden tener en un moderno “pendrive”, a través de los buscadores (Google, Yahoo, Bing, Firefox, etc.). Y serían las personas maduras y mayores, ─que compraron hace tanto tiempo sus colecciones de cintas y libros, cuando aún no se disfrutaba plenamente de la electrónica─, quienes tendrían los problemas de la falta de espacio, y muy especialmente aquellas personas que vivan en un pequeño piso.

   Entonces, ¿Se deberían despejar los espacios que ocupan esas   cintas inolvidables y esos libros maravillosos para poder ser ocupados  con otros soportes u objetos que estén más de moda y actualizados? ¿Qué deberían hacer esas personas necesitando más espacios libres?

                            Adolfo Martínez García


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