NUESTRAS VIDAS CONTINÚAN
Momentos que no volverán de una tarde familiar con Carmen. |
Para no transmitirles
esas preocupaciones con mi prolongado inconformismo y lejana adaptación, debo ser capaz
de continuar mi vida como era antes de morir Carmen, con cierta ilusión en lo
que haga y piense; aunque ─como suele decirse─ “por dentro vaya la procesión”: Reanudando mis investigaciones o búsquedas
sobre temas rodenses, que siempre me apasionan; continuando las últimas correcciones a
dos libros que podían estar ya
publicados; escuchar música; esculpir la madera o la piedra que un día guardé para
cuando estuviera jubilado; volver a pintar; o ir con más asiduidad a la parcela a podar los árboles,
cuidar los animales, continuar las obras inacabadas, respirar a pleno pulmón los
nítidos aires de aquellos pinos plantados hace tiempo…; y seguir cerca de nuestros hijos, y hacerme el
joven jugando con nuestros nietos.
Actualmente con mis tres nietos, Carmen, Juan y Lucía. |
Por ello he de encontrar el camino para resignarme
y aceptar cuanto antes esta nueva y desgarradora situación del destino, sin estar
Carmen presente físicamente.
Como Ella decía:
─ “Poco a poco” todo se solucionará. “Poco
a poco; poco a poco”.
¡Recuperar la
creatividad artística que aún pueda tener, y seguir adelante; aunque no tenga
ganas, ni ilusión! Porque Ella era el
alimento de mi imaginación e inspiración; mi compañera, mi censora y consejera:
¡Mi todo!
Pero también pienso
que jamás querría Ella que yo, como cualquier otro miembro de la familia que
formamos, enfermara de nostalgia, neurastenia o cualquier otro mal de la mente
o del cuerpo. Imagino que, si Ella pudiera manifestarse, desearía vernos a
todos felices y animados a continuar nuestros caminos, llevando su precioso
recuerdo permanentemente presente en nuestro cerebro y corazón; aunque no pudiéramos
evitar la tristeza de su fallecimiento.
A mí, desearía verme
activo, más conforme y comprensivo con este triste desenlace. Y con sus sabios y
prudentes consejos, me haría ver lo afortunado y feliz que he sido a su lado, como Ella lo fue conmigo en los 41 años de matrimonio, con otro año más de
ilusionante noviez formal, junto a aquel primero de buenos amigos enamorados
desde una inolvidable “excursión a la nieve”.
Carmen y yo en Toledo, en el homenaje a los jubilados. |
─¡¡Que fui muy afortunado de tenerla a
mi lado de compañera, disfrutando de su amistad y amor, de su alegría,
optimismo y enorme humanidad!! Dios me lo
permitió, hasta que quiso llevársela con El a otra dimensión espiritual o Cielo,
sin llegar a darnos cuenta de sus divinos deseos. Y todo se cumplió rápido,
dejándonos desolados.
Como sé que a Ella,
lo que más le gustaba recibir de mí como un regalo, eran mis escritos, cartas o
algunos pretendidos e improvisados poemas que me inspiraban sus ojos verdes o
su corazón inmenso, ¡le quiero seguir escribiendo!
Dibujo a bolígrafo que encabezaba una de aquellas cartas. |
“…que
forme pareja contigo
en un delicioso rincón”.
Y aunque podría haberme
reinventado los versos que faltaban, quise ser fiel a su memoria, ya que había
sido su poema preferido, y lo busqué durante casi toda la noche entre sus
papeles, que eran mis cartas y dibujos de tantas felicitaciones y años. Tardé
bastante tiempo porque volvía a leer todo, recreándome; pero no estaba allí
aquel poema. Y no podía irme a la cama a dormir, aunque eran las tantas de la
madrugada, dejando así la búsqueda del poema. Entonces ─ como si Ella me hubiera recordado
otro posible lugar─ me vino la idea de buscar arriba del armario de nuestra
alcoba, levantando pacientemente todo lo que había encima y estaba tapado con
un largo plástico. Y…, otra gran carpeta apareció llena de muchas más epístolas
y dibujos míos. Fui pasando los folios despacio y pronto di con los versos
buscados. ¡Allí estaba el poema con mi letra y un dibujo que le hice de un
clavel humanizado con ojos y boca simulados, frente a una silueta de joven y
bella mujer, Ella. Me sentí inmensamente feliz, y dentro estaba manuscrito:
Clavel rojo, flor:
Busca la rosa de oro y trigo,
que es torbellino de amor,
y dile suave al oído
que forme pareja contigo
en un delicioso rincón.
Y, si..., así, leyendo lo que yo le escribía en
fechas señaladas, la vi siempre feliz y
soñadora, quiero imaginar que, hoy, podría volver a serlo, si viviera y pudiera
leer estas palabras más calmadas, esperanzadas y conformes con nuestro destino;
aunque siempre impregnadas de la romántica nostalgia que siento y el inmenso
amor que le profesé y le profesaré mientras mi mente recuerde y mi corazón
palpite.
ADOLFO MARTÍNEZ
GARCÍA
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