RECUERDOS DE ROMA Y DE FLORENCIA
Bastantes meses han
sido los que he estado ausente en este blog y sin publicar en él nada de lo
mucho que he investigado y escrito, porque necesitaba plena dedicación para terminar unos
viejos proyectos que tenía demasiado ralentizados: dos nuevos libros; uno lleno
de inéditas referencias a materiales, maestros de cantería o arquitectos en sus
años de construcción del mejor monumento pétreo de nuestra villa, especialmente de su soberbia torre; y otro de
una novela que nos traslada a hechos
poco conocidos de nuestros ancestros. También dediqué mi tiempo para avanzar un poco más en una obra veraniega que tengo
empeño en seguir realizando, personal y paulatinamente, desde el principio
hasta su fin.
Fuen, Jesús y yo en el aeropuerto. |
Tal salida de España había sido una ilusión de juventud que no pude realizar en su momento y, cuarenta años después, mis hijos y yernos han querido que se cumpla.
Buscando
las esculturas de Miguel Ángel, de Donatello, de Cellini … y en general el arte romano y el renacentista,
he gozado de siete días maravillosos ( del 17 al 23), acompañado de mi hija
Fuensanta y su esposo Jesús Escudero
Sahuquillo, ¡Inmejorables guías y compañeros!
Mi afición a la escultura quedó totalmente colmada de satisfacción y
asombro al ver tantas gigantescas maravillas realizadas en mármol o bronce. Y nuestro
primer paseo nocturno en Roma nos llevó
hasta el grandioso Coliseo con sus
innumerables arcadas de medio punto acompañadas de columnas con capiteles
esculpidos en tres estilos diferentes: el dórico en su primera planta, el
jónico en su segunda planta; y el corintio en la tercera. Un cuarto piso lleva
ventanas entre pilastras de orden compuesto, una ventana por cada dos vanos.
Nos llamaron la atención los muchísimos agujeros
que por doquier presentaban sus piedras, producto de la expoliación de los
bárbaros robándole los soportes metálicos que unían los mármoles travertinos
del revestimiento de la fachada. También admiramos esa noche el cercano “Arco de Constantino”, monumento
militar y triunfal en honor de aquel emperador, y escuchamos muy atentos la
lectura informativa de Internet que Fuen nos hacía desde su móvil.
El segundo día lo empezamos
visitando con una guía los Museos
Vaticanos, llenos de obras romanas rescatadas. Estuvimos dentro de La Capilla Sixtina con las pinturas al fresco de Miguel Ángel que,
durante un lustro, creó en las bóvedas desde
sus 33 años de edad; así como los
frescos de la pared de enfrente, “ El Juicio Final”, con 61 años.
A mi memoria vinieron todas las circunstancias
que había leído y rodearon aquellas pinturas, porque Miguel Ángel se sentía
escultor y no pintor e hizo tales maravillosos cuerpos llenos de volúmenes
enérgicos a regañadientes y por imperativos de los Papas Julio II y Paulo III,
respectivamente.
En la Basílica de San Pedro, "La Piedad" de Miguel Ángel al fondo. |
Entramos en la Basílica de San Pedro y nos
entusiasmamos con la contemplación de la Piedad de Miguel Ángel, obra cumbre en
perfección y dulzura que esculpió en mármol blanco de Carrara con tan sólo 24
años de edad.
Después de admirar el baldaquino en bronce de Bernini, nos sentimos empequeñecidos bajo la grandiosa cúpula de 41´47 metros de diámetro, diseñada por Miguel
Ángel cuando ya tenía 72 años de edad y cuyas obras dirigió hasta el final de
su vida, a los 89 años; siendo terminada veinticuatro años después de su muerte
por otro arquitecto (Giacomo della Porta), respetando las trazas del gran
escultor.
Bajo la cúpula y baldaquino de la Basílica de San Pedro. |
En aquella plaza estuvimos también otra noche para subir a lo más alto en uno de sus lados, a un altísimo mirador, a través de incesantes cuestas e interminables escalones, buscando unas vistas geniales de la Roma iluminada.
Paseo nocturno por la Plaza del Popolo. A nuestra espalda, el pedestal del obelisco egipcio que la preside. |
Para
admirar “El Moisés” de Miguel Ángel, esculpido desde los 38 a los 41 años de
edad, visitamos el domingo la iglesia de ”San Pietro in Vincoli”,
(San Pedro Encadenado), a la que
accedimos tras subir la interminable escalera de un pasadizo o túnel muy escarpado.
Allí estaba el sepulcro cenotafio del Papa Julio II con sólo siete esculturas
de las cuarenta que Miguel Ángel había proyectado para dicha tumba bajo la
cúpula de San Pedro del Vaticano; pero
por varias vicisitudes ajenas a su voluntad, que ahora no vamos a
comentar, quedó reducido al precioso mausoleo que contemplábamos presidido por
un enérgico “Moisés”.
"El Moisés" en el sepulcro cenotafio del Papa Julio II. |
Después, nos
reunimos en la Plaza de España con
el simpático guía que nos llevaría por importantes lugares y monumentos de la
ciudad como el Panteón de Agripa con su gigantesca cúpula de 43´44 m. de diámetro,
alarde de ingeniería y arquitectura romanas del siglo II.
Y nos unimos a los
innumerables turistas que rodeaban la “Fontana
de Trevi”, obra diseñada por el arquitecto Nicola Salvi en 1732 y que tras diecinueve años de
trabajo murió arruinado y sin haberla terminado, hecho que ocurrió en 1762. Por supuesto
cumplimos con la tradición de arrojar de espaldas una moneda.
Durante nuestra estancia en Roma no perdimos el tiempo para nada y en
las mañanas y tardes recorrimos todos los lugares emblemáticos que fuimos
capaces:
Ante la "Fontana de Trevi" |
Paseamos entre las ruinas de los diversos Foros Romanos y construcciones antiguas; y la contemplación de tantos destrozos artísticos e históricos de aquella sublime civilización, me hicieron reflexionar sobre los odios y revanchas que otras civilizaciones posteriores o generaciónes diferentes de gentes pueden llegar a aplicar contra la anterior, como hiciereon los bárbaros con la romana y griega: arrasando todo; creyendo así borrarlas de la memoria y de la historia.
En la Plaza de Venecia el monumento al rey italiano Victorio Emanuele II. |
Y nos deleitamos en la contemplación de la Plaza de Venecia y el gigantesco monumento neoclasicista levantado al rey de Italia Victorio Emanuele II.
También nos ocurrió que, inesperadamente, caminando por aquellas calles nos encontramos con un obelisco egipcio montado sobre un pequeño elefante de mármol por diseño del gran Bernini, y enfrente se ubicaba una iglesia llamada Basílica de Santa María sobre Minerva, llamada así por estar construida sobre un ancestral templo pagano dedicado a la diosa romana de la sabiduría, las artes, protectora de Roma y patrona de los artesanos: Minerva, hija de Júpiter.
Y pasamos a su interior, descubriendo a un Cristo Resucitado esculpido por Miguel Ángel en su juventud, con hermoso y pulido acabado, con una gran cruz entre sus brazos y totalmente desnudo, aunque en el siglo XVIII se le había puesto un pudoroso paño que cubrió sus partes íntimas.
Obelisco egipcio sobre un elefante de mármol |
También nos ocurrió que, inesperadamente, caminando por aquellas calles nos encontramos con un obelisco egipcio montado sobre un pequeño elefante de mármol por diseño del gran Bernini, y enfrente se ubicaba una iglesia llamada Basílica de Santa María sobre Minerva, llamada así por estar construida sobre un ancestral templo pagano dedicado a la diosa romana de la sabiduría, las artes, protectora de Roma y patrona de los artesanos: Minerva, hija de Júpiter.
Y pasamos a su interior, descubriendo a un Cristo Resucitado esculpido por Miguel Ángel en su juventud, con hermoso y pulido acabado, con una gran cruz entre sus brazos y totalmente desnudo, aunque en el siglo XVIII se le había puesto un pudoroso paño que cubrió sus partes íntimas.
Cristo Resucitado de Miguel Ángel. |
Al día siguiente,
martes 21, comenzamos en la Plaza de la Signoría
en donde nos esperaba nuestra encantadora guía, Sonia. Fue impresionante pisar
aquella majestuosa plaza por primera vez, con sus gigantescas esculturas en
plena calle: una réplica del David de Miguel Ángel y enfrente “Hércules y Caco”, realizadas por Baccio
Bandinelli en el siglo XVI.
Vista parcial de "La Plaza de la Signoria". |
Y allí
también había otras magníficas obras en mármol
bajo un pórtico abovedado, y especialmente me fijé en la escultura
original del “Perseo con la cabeza cortada a la Medusa”, realizada en bronce
por Benvenutto Cellini, contemporáneo y discípulo del gran Miguel Ángel,
modelada a mediados del siglo XVI y cuyas circunstancias en la fundición había
leído yo, hacía tiempo, en la autobiografía del propio escultor, (libro titulado
“La vida”), que dictó a un discípulo suyo. También había una fuente escultórica de
Neptuno, de Bartolomeo Ammanatti, que estaba
tapada por restauración y no pudimos admirarla. Había
más esculturas: “El rapto de las Sabinas” de Giambologna, y también era suya la
estatua ecuestre en bronce de Cosme I Médici.
Aquella mañana
visitamos con Sonia la “Galería de los
Uffizi” con numerosísimas obras de arte en escultura y pintura.
Especialmente contemplamos el único cuadro pintado por Miguel Ángel al temple y
óleo, “El Tondo Doni” o Sagrada Familia, de composición circular con un marco
precioso diseñado por el propio autor. Una
copia de la escultura original
griega del Museo Vaticano Pío Clementino, “El Lacoonte y sus hijos”,
(importantísima obra que cuando apareció enterrada en una viña despertó la
admiración de los artistas e influyó notablemente en el pensamiento
renacentista), estaba en aquella Galería de los Uffizi y había sido esculpida
en 1525 por Baccio Bandinelli y por orden del Papa León X.
Galería de los Uffici. Réplica de "El Lacoonte" en 1525. |
"El David" de Miguel Ángel en la Galería de la Academia. |
Por la tarde
visitamos el Museo del palacio Vecchio,
acompañados también de Sonia, donde se encontraban muchísimas obras más de
arte, especialmente admiré la escultura de Donatello “Judith y Holofernes”, así
como “El Genio de la Victoria”, otra escultura de Miguel Ángel en su juventud.
Por la noche paseamos libremente por Florencia.
A primera hora del
día siguiente, miércoles 22, estuvimos en el Museo Nacional del Bargello ante más obras de Miguel Ángel, como “El Baco”,
hecha en mármol a sus 23 años, “El Tondo Pitti” o relieve de la Virgen con el
Niño,… así como los míticos David de Donatello y de Verruchio. Mi hija Fuen me
fotografió bajo el busto y retrato en bronce de Miguel Ángel que modeló su amigo Daniele da Volterra con el vaciado de
la mascarilla mortuoria que le hizo al gran escultor
florentino el día de su muerte (año 1564).
Ante el retrato en bronce de Miguel Ángel modelado por Daniele da Volterra. |
Después nos dirigimos hacia la “Basílica de la Santa Cruz” en donde sabíamos que estaba enterrado el gran escultor florentino, Miguel Ángel, así como yacían otros grandes personajes: Galileo, Maquiavelo… Y fue una gratísima sorpresa volver a encontrar en su fachada las combinaciones marmóreas del blanco, verde y rosado, como las del Duomo. Nos hicimos fotos y la recorrimos despacio. Aquella basílica franciscana estaba llena de tesoros escultóricos, vidrieras y pinturas. Vimos frescos de Giotto. Relieves de Donatello, de Brunelleschi en arquitectura y escultura, los mausoleos de Galileo, Maquiavelo,… y el que contenía el cuerpo de Miguel Ángel lo había hecho Vasari, otro escultor, arquitecto, pintor y biógrafo contemporáneo de aquellos grandes artistas del Renacimiento.
Mausoleo de Muiguel Ángel creado por Vasari en la Basílica de la Santa Cruz. |
Y por la tarde realizamos una visita guiada al
interior del “Duomo” o catedral,
bajo la cúpula de más de 45 metros de diámetro, la mayor de todas, creada por
Brunelleschi; nos adentramos en el “Baptisterio”
y después en el “Museo de la Opera del Duomo” para
admirar la “Piedad Bandini”, otra escultura inacabada de Miguel Ángel en la que
se autorretrató en el personaje de Nicodemo sosteniendo a Cristo desclavado de la Cruz.
Había muchísimas obras de arte, variadas e inolvidables, como las gigantescas puertas originales en bronce dorado del Baptisterio, llamadas "Las Puertas del Paraíso", que creó en geniales bajorelieves Lorenzo Ghiberti .
Y
pasamos después a la Basílica de San
Lorenzo, de rústica fachada en
espera de otro revestimiento, pero con preciosos contenidos artísticos en su interior.
Especialmente nos llamó la atención los exquisitos relieves en bronce de dos
púlpitos modelados por Donatello.
Muy cerca de la basílica
estaba la Capilla de los Médici,
que visitamos en la mañana del último día y en donde admiramos otra impresionante obra de
Miguel Ángel en la Sacristía Nueva, consistente en dos paredes artísticas para
las sepulturas de dos Médici, Giuliano y Lorenzo, tío y sobrino, duques de
Nemours y de Urbino, representados en sendas estatuas con otras dos más a los
lados de cada uno y alegóricas al paso del tiempo: El día y La Noche; El
Crepúsculo y La Aurora; así como La
Madonna o Virgen con el Niño en una posición retorcida y forzada de éste,
totalmente manierista.
Dimos una última
vuelta por la “Plaza de la Signoría”, volviendo a admirar las esculturas
ubicadas al aire libre y las múltiples pinturas y dibujos de los artistas que
exponían sus obras en el suelo de dicha plaza y calles cercanas. Y volvimos a
Roma en un tren rapidísimo, similar al de la llegada. Parecía mentira que en
una mañana hubiéramos hecho tantas cosas hermosas y dilatadas, hasta relajarnos
tomando unas cañas de cerveza.
Jesús, Fuen y yo, felices y contentos por un viaje tan maravilloso. |
Tras el vuelo de retorno a Madrid, volvió Jesús a tomar el volante de su coche
aparcado en el aeropuerto y llegamos felizmente a La Roda.
Gracias a mi
familia, a mis hijos y yernos, he podido hacer
realidad este viejo sueño de juventud .
ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA
Adolfo,buenos días, me gustaría saber si es posible ver la película completa de la mancha y el azafran, donde aparecen los bailes de manchegas y jota de quimeras, pues estamos estudiando la forma del baile y la ropa de la gente que aparece en él. Espero pueda ayudarnos, muchísimas por su labor.
ResponderEliminarSi te parece bien, dime quién eres para mandarte lo que pueda sobre la misma a tu correo electrónico, ¿vale?
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