lunes, 19 de diciembre de 2022

 

NUESTRA CARTA AL CIELO

   Lejos, más allá de las estrellas, de todas las Galaxias creadas... en donde imaginamos un Cielo de almas buenas y cariñosas;  o muy cerca, más cerca de lo que nos creemos, junto a nosotros, con tu familia, amigos y amigas que no te olvidan, ¡estás presente y sigues existiendo!
   A nuestra mente y a la de tus amigos, viene tu imagen risueña y entrañable con incontables recuerdos: cuando pasamos por tu barrio y te recordamos en tu casa, en aquella tienda de tus padres, o en el lejano coche blanco repartiendo el pan y la alegría por las calles; cuando  nos cruzamos en el paseo con alguna de tus amigas de siempre o con alguien querido de tu entorno..., vuelve fugazmente a la memoria tu figura atractiva, dulce y optimista. 
   Sin poderlo remediar,  se acelera  un poco más el corazón y nos surge una amplia sonrisa  al recordarte. (A algunos, una emoción incontenible nos agarrota todavía la garganta y llena los ojos de lágrimas). Se mezclan la alegría de imaginarte viva y sonriente, como antaño, con la pena y la tristeza de saber que ya no volverás jamás. Y aunque, todavía, a veces, siga pareciéndonos mentira, hace ya tres años que nos dejaste para siempre. 
   Escribiendo estas palabras, hoy, en otro 19 de diciembre, casi en Navidad, a tan sólo cinco días de la Nochebuena, en unas fechas tradicionales de paz y de alegría, con calles preciosas de adornos, luces multicolores y villancicos, siguen volviendo a mí, insistentes,  los recuerdos de tus últimos minutos. Desdicha inesperada, sin dolores, a traición, en un soplo de pura debilidad acumulada por inanición,  falleciste. 
   Pero sigues presente  en nuestra memoria, aunque en las soñadoras neuronas se mezclen las alegrías de tu recuerdo con la tristeza y el dolor por tu ausencia. Y, poco a poco, como tú siempre decías, todos nos iremos adaptando a la nueva situación, aunque nos está costando.¡Eras tan especial, tan alegre, tan optimista, tan buena, cariñosa y dulce...!
   En el tiempo que te tocó vivir, sabemos que fuiste muy feliz y disfrutaste viviendo plenamente, haciendo dichosa a la gente que tuvo la suerte de conocerte, pues a nadie negaste tu cariño y tu sonrisa de ángel. Fuiste una buenísima hija y hermana,  tía y prima muy querida; amiga de todo el mundo; cariñosa e inolvidable; esposa maravillosa llena de amor, ternura y comprensión, y creaste conmigo una nueva familia llena de bondades. Tu ejemplo, cariño, ternura y enseñanzas se incrustaron   profundamente en tus amados hijos y nietos para siempre, y jamás te olvidarán. 
   Quisiéramos que nuestros pensamientos llegaran de algún modo hasta ti; o que tu presencia espiritual se acercara y mostrara profundamente en nosotros. Te echamos de menos cada día con más intensidad. Te recordamos a cada instante.
  ( Fuiste mi amiga, mi novia, mi esposa,... la madre de mis hijos, la compañera confidente y consejera llena de ilusiones. La musa que inspiraba mis sentimientos, deseos y  obras. 
   Todo fuiste para mí.¡Y todavía lo eres y lo serás! ¡Gracias por haber existido y elegirme para vivir junto a ti, creando esta familia tan preciosa que te quiere, te añora y no te olvida)

                                 ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

   





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