domingo, 20 de junio de 2021

 

EMOTIVO RECUERDO CON UN CENTRO DE FLORES

Ayer, sábado 19 de junio, cuando llegaba a recordar tantas cosas con Carmen, una buena amiga suya de La Gineta, Consuelo, salió a mi encuentro preguntándome si la conocía con la mascarilla puesta. La había traído su hijo  para ponerle a su amiga del alma un hermoso centro de flores naturales.

   La emoción se reflejaba en su rostro. Cuando se informó por José, el sepulturero, en qué lugar estaba Carmen para dejarle las flores, él la acompañó y le dijo que si yo no había llegado aún esa tarde, no tardaría mucho en llegar.  Se habían pasado ya las seis y media cuando enseguida aparecí por la puerta. Esa misma fecha, 19 de mes, fue cuando Carmen murió, hacía ya un año y seis meses y,  a Consuelo, una de sus grandes amigas de juventud, no se le había olvidado.

   También mis ojos se llenaron de agua y mi mente recorrió en un instante momentos pretéritos que pertenecían a una noviez envidiable y lejana, aunque ahora la sentía muy cerca. Consuelo estuvo con Carmen la víspera de nuestra boda, cuando por la noche, con varios amigos que me acompañaron, cantamos a Carmen desde la calle, en la ventana de su dormitorio. Allí, las dos amigas escucharon la ronda de una improvisada tuna enamorada. Y más tarde todavía, volví yo solo con la guitarra a rondar a mi futura esposa, tañendo viejos arpegios y melodías en solitario, como aquella…

Despierta, dulce amor de mi vida,

despierta si es que te hayas dormida,

escucha mi voz cantar bajo tu ventana,

con esta canción te vengo a entregar el alma,

perdona, si interrumpo tu sueño,

pero no pude más y esta noche te vengo a decir

¡Te quiero!

 Consuelo no lo había olvidado y fue testigo de nuestra boda  enamorada.

   Nos despedimos con la mirada. Subió al coche de su hijo y los vi alejarse. Pasé a mi acostumbrada visita y admiré el centro de flores inmaculadas que su amiga dejó abajo, sin modificar la anterior composición en la lápida. ¡Cuántos pensamientos bonitos, recuerdos imborrables y penas infinitas envolvieron la tarde junto a Ella!

  La vida sigue transcurriendo, como si nada hubiera pasado. Los hijos, los nietos, y tantas noticias del mundo siguen su trayectoria. Como debe ser y es natural. Nada se detuvo ni se detiene. Y allí, en un rincón escondido y solitario, yace Ella, recordada y amada, con su diáfana sonrisa cariñosa, como esperando que alguien vaya o vuelva a visitarla un momento. Sólo un momento, que será de vida y de recuerdo.¡Gracias Consuelo!

     ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA


1 comentario:

  1. Esa es la verdadera amistad, la que trasciende mas allá de la vida, el espacio y el tiempo...

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