sábado, 23 de julio de 2016


VISITA A LA RODA EN EL AÑO 1.608
(NARRATIVA  HISTÓRICA)

Las riendas del caballo uncido a un pequeño carromato las llevaba el teniente de cura que lo acompañaba en el viaje. Había llegado a La Roda el viernes día 4 de abril de 1608 para comprobar las cuentas de  la iglesia parroquial con la advocación del Señor “San Salvador”, inspeccionando y dando informes de sus capillas, altares, eclesiásticos existentes, etc.

   Comprobó especialmente los ingresos y gastos que tenía la parroquial, justificándolos documentalmente el mayordomo de la misma, y regresaba ya a la ciudad de Cuenca después de una estancia de tres días en esta villa.

   Nuestro protagonista, el doctor don Juan de Macuela, Visitador General en la ciudad y obispado de Cuenca por su señoría el obispo don Andrés Pacheco, iba recordando algunos de sus informes dictados al notario de número de La Roda, Francisco López, que los fue escribiendo en los folios dedicados a esta visita y que se guardarían en el archivo parroquial.

   Era una clásica rutina de los visitadores llevar un orden preestablecido en la enumeración de las secciones que  inspeccionaban, escribiendo de igual manera los informes sobre las mismas. Y así, en ese tradicional orden de relación, había comenzado también el de La Roda dictando que existían:  

“…Un beneficiado curado, el doctor Juan Martínez Alfaro, natural de la villa de San Clemente y valía de renta en cada un año setecientos ducados poco más o menos.
   Un beneficiado simple, lo tenía y poseía Lucas Zorrilla natural de la ciudad de Cuenca y valía de renta en cada un año otro tanto…”

   Y continuó con otros conocidos elementos que pertenecían a la iglesia de La Roda: una  prestamera, las diversas capillas… Y luego, como siempre hacía,   visitó el Santísimo Sacramento; vio e informó de  las pilas y santos óleos; la plata y ornamentos; los libros de bautismo, matrimonios, defunciones...; la tabla de memoriales; las posesiones; división de frutos; eligió de nuevo al mayordomo, que era el licenciado Juan Martínez, el médico de la villa y uno de sus regidores; y luego comprobó los ingresos que había tenido la iglesia por muchos apartados como eran los de: testamentos, deudas de los fieles, de los diezmos de los rodenses en sus cosechas de trigo, cebada, avena, azafrán, vino, etc.; así como de sus ganados; de las donaciones y limosnas, capellanías, rompimientos del suelo para los enterramientos…ascendiendo el total a 157.475 maravedíes. 

   Después, el mayordomo presentó todos los descargos que tenía previstos según los tradicionales gastos efectuados desde la anterior visita hasta el día de San Miguel en el pasado mes de septiembre, en:  cera, aceite, incienso, ramos, monumentos, subsidios; los salarios del organista  y ministril Francisco de Vinuesa y Villarreal, más los otros dos ministriles Jerónimo García y Martín García; de jabón y de lavar las ropas; el alquiler de las tinajas para el mosto y el vino, el pan, pagar las misas a los eclesiásticos, pagar al bordador, al sacristán, también por los arreglos de chirimías, el pleito con el bordador Luis de Salas, …e incluso los gastos de abrir una calle para la procesión, y otros muchos más.

   Sin embargo, el mayordomo no se descargó de los pagos efectuados al gran maestro de cantería que estaba haciendo la torre y había sustituido hacía unos años a Pedro de Zabala, su suegro, que había estado al cargo de las obras desde 1581.
   Seguramente el mayordomo no presentó el pago de los últimos  salarios del discípulo de Juan de Herrera porque ya los habría presentado en la anterior visita, o tal vez lo hiciera en la próxima. En cualquier caso el mayordomo debía justificar esos salarios y gastos de materiales con las correspondientes cartas de pago fechadas y firmadas; y pudiera ser que no las tuviera preparadas para esta repentina visita.

   De manera que sumaba el descargo del mayordomo 163.913 mrs. Alcanzando el dicho mayordomo a la fabrica de la iglesia en 6.438 maravedíes.

    El monótono traqueteo del carromato por el agreste camino manchego fue adormeciendo lentamente al doctor hasta que, olvidándose de aquellos obsesivos pensamientos sobre su reciente visita  a La Roda, cerró totalmente los ojos, abandonándose sin pudor a un profundo sueño bienhechor mientras su joven compañero manejaba con destreza las riendas del caballo.


                                       ADOLFO MARTÍNEZ GARCÍA

           AQUEL PRIMER PREMIO DE CARTELES Fue en el año 1992, cuando este grupo de alumnos de 4º curso de Primaria (con 10 años de edad),...