RECUERDOS CONTRA LA NOSTALGIA
¿Quién no se siente absorto y reflexivo al contemplar lentamente un esperanzador amanecer? O, atardeciendo, ¿ Quién no admira nostálgicamente “una puesta de Sol” tintada de acuarela?
Es cotidiano, pero
excepcional: escuchar y ver en el campo el alegre gorjeo y volar de los pájaros
sintiendo las caricias de nuestro astro rey; ver crecer a nuestro alrededor a
los hijos y nietos, sintiendo el calor y orgullo emocionado de cada día al
llamarnos padre, o abuelo; haber tenido una infancia llena de juegos, “tebeos”,
amigos y sueños, que conservamos y recordamos con ilusión; y haber vivido
segundos, meses o lustros descubriendo lo que era estar enamorado en un primer
sentimiento platónico de adolescencia, deseando ser amado dulce y plenamente
por aquel otro ser inolvidable; o admirar la visión de un campo con rosas, claveles o margaritas, percibiendo
la fragancia y esencia de sus flores.
Haber
escuchado tantas creaciones musicales y
voces magníficas que nos engrandecían el alma y erizaban la piel en
sentimientos y emociones únicas; haber bailado con nuestra pareja en aquellos domingos de juventud, con las
canciones y conjuntos de moda, bien en “El Castilla Park”, discotecas o bodas, aunque
hoy, desconectados del mundo, alcanzaron
ya la senectud, su derribo y casi el olvido.
¡Cuántas
maravillas hemos vivido y contemplado en
nuestra existencia!
¡Aquellos
tiempos de cines entrañables: “El Cervantes”, “La Avenida”, “El Rialto” o “El Gran
Cinema”, con sus sesiones festivas de tarde y noche, o en las sesiones
continuas de los jueves especiales en
las que nos llevábamos un suculento bocadillo para cenar mientras disfrutábamos
de la película; haber experimentado nuestra noviez, nuestro matrimonio y
enamorada vida con la idílica e inolvidable pareja, ( yo con Carmen), que nos bendijo con hijos y nietos…
Por tantos
acontecimientos vividos que recordamos, mereció la pena haber nacido y seguir aún
existiendo con placer, alegría y satisfacción; a pesar de que todos, unos más y
otros menos, tengamos también circunstancias
y experiencias negativas que sufrir y recordar.
Otros seres no llegaron nunca a nacer. Por todo
lo expuesto, y muchas mas razones que omitimos por no hacernos interminables, pienso
que, en general, debemos sentirnos
privilegiados por lo vivido y lo que aún podamos vivir; convirtiendo nuestros
posibles pensamientos negativos, crisis o desánimos, en pequeñas esperanzas y
agradecimientos vivificantes. ¡El Sol volverá mañana a salir, como siempre, y nuestros bonitos recuerdos a florecer!
Adolfo Martínez García







