domingo, 14 de septiembre de 2025

 

     UNA CARROZA Y UNA BODA ENTRAÑABLES       

Qué contraste de sentimientos he experimentado  recientemente, entre alegrías y nostalgias, al contemplar una ignorada fotografía de hace 51 años, proporcionada por nuestra  buena amiga Puri Carrasco Giménez, en donde aparecemos bien jóvenes, entre otras personas, parte del magnífico grupo de amigas y amigos que  hicimos realidad el proyecto de una artística carroza para la reina de las fiestas del año 1973, Mari Luz Aguirre, que era una componente más  de aquel grupo de jóvenes amigos.


   Como muestra la fotografía, estamos acompañando y  celebrando la boda de nuestros  amigos  Ana y Daniel, profesores del entonces Instituto Mixto de Enseñanza Secundaria de La Roda, cuyo evento ocurrió en la localidad de Bonete el día 31 de agosto de 1974; (queremos recordar que esta   fue la fecha de la boda y de la foto, y si no fuera así, corregidme en un comentario quienes también estuvisteis allí y lo recordéis mejor, por favor).

   La memoria busca en los recónditos rincones de nuestras neuronas aquellos recuerdos e imágenes lejanas y queridas  de la boda mencionada; y unas personas, a pesar del tiempo transcurrido, las tendrán todavía algo nítidas y asequibles; mientras otras las tenemos algo confusas y más difíciles de rescatar. Aunque al situarnos correctamente en el tiempo, suelen fluir paulatinamente los  recuerdos de entonces:

   Antonio Monsalve, Antonio Grande y un servidor, estábamos en aquella maravillosa  pandilla  de chicas y chicos más jóvenes que nosotros, porque el gran e inolvidable Agustín Merlos era amigo de todos, y al estar nosotros habitualmente con él por las mismas aficiones y gustos, como la caza menor con perro, la pesca con caña, la búsqueda de setas, el amor a la naturaleza,  la música, el rodeñismo…etc. que  nos unían fuertemente a él,  él nos  unía con todos los demás. Y solíamos juntarnos habitualmente por los atardeceres para hablar y divertirnos sanamente en una pequeña y coqueta  cafetería de entonces. llamada “Nidos”.

    Casi todas las tardes nos pasábamos por allí; y al llegar Agustín, todo eran risas con sus ocurrencias y siempre “buenos rollos” como suele decirse ahora. La juventud, la libertad, la gracia y solera de aquella inolvidable  pandilla de amigas y amigos, hacía inmensamente agradable y esperanzada la vida de todos nosotros.

   Especialmente, Agustín nos convenció a todos para que aquel verano de 1973 le hiciéramos a su prima Mari Luz  la carroza  de reina de las fiestas patronales.  Nos comprometimos seriamente a crearla  y aquel verano trabajamos “de lo lindo”, aunque también tuvimos ratos de descansos y deleites con dulces y frescas “palomas” y “cuervas” nocturnas,  de muchas risas, de  escapadas al río Júcar o al pantano de Alarcón, de luchas contra el tiempo cuando ya se acercaban las fiestas; de poses escultóricas del torso desnudo de Agustín entre risitas, modelándolo para cuatro cariátides que sostendrían el trono; y otras poses “gatunas”  para hacer unos fieros  felinos como panteras protectoras de la reina Mari Luz.

   Hoy, recordar aquellos grandiosos o sencillos buenos ratos, como los de la carroza, o como los de la boda de Ana y Daniel un año después, cuando entonces la mayoría de la pandilla tenían veintiuno o poco más de años (y nosotros tres, una decena más), nos produce cierta nostalgia entre una gran alegría y satisfacción por haber sido partícipes solidarios en la desinteresada creación de una carroza artística para una amiga; o de haber sido acompañantes y testigos del amor de Ana y Daniel en su boda;  y siempre nos sentiremos felices de haber vivido aquellas experiencias de sana juventud.  Pero también no podemos dejar de sentirnos impotentes y tristes, muy emocionados, al recordar que ya no están físicamente  entre nosotros, Agustín Merlos,  Antonio Monsalve y Purificación Escribano.

   Sólo tenemos recuerdos hermosos y entrañables de aquella pandilla inolvidable  y maravillosa de chicas y chicos que, aunque cada uno siguiera después de estos dos eventos su camino, todavía quedan inamovibles e imborrables en nuestros corazones la entrañable amistad, el cariño y los recuerdos. (Por aquellos primeros años de la década setenta, yo todavía no había conocido a Carmen Talavera Zorrilla, con la que me casaría felizmente cuatro años después).

Adolfo Martínez García

miércoles, 10 de septiembre de 2025

 

        EN BENIDORM UN FIN DE SEMANA

Coincidiendo con ser el domingo día  7 de septiembre la fecha conmemorativa del nacimiento de Juan, mi nieto, en su noveno año, y aprovechando  el último fin de semana de sus vacaciones veraniegas (puesto que el colegio empezaba al lunes siguiente),  pasó el niño este estupendo fin de semana en Benidorm junto a sus padres y hermana, donde tienen una vivienda magnífica; y, afortunadamente,  tuvimos el honor de ser invitados a viajar con ellos y disfrutar de su compañía y hogar, mi hermana Crescen o "Quequen" ( como la llaman corrientemente sus sobrinos), y un servidor,  pasándolo magistralmente bien.



   Ya con sólo contemplar y admirar la grandiosidad del mar  y la playa desde uno de las amplias terrazas-miradores de la vivienda en primera línea,  sintiendo la caricia vital de la brisa mediterránea, te reconforta y te hace feliz; y sobre todo,  bajo un sol de septiembre menos hiriente, bañarte en esa playa de poniente sintiendo la suavidad de sus finísimas arenas y tibias aguas entre las olas inquietas, es un grandísimo placer.

   Juan Eloy y Toñi son unos buenos anfitriones que nos brindaron toda clase de comodidades y atenciones en nuestra estancia; todavía sentimos el recuerdo y el sabor marinero del espléndido arroz con centollo del domingo en la terraza del restaurante donde celebramos el cumpleaños de Juan. Y, después, con su soplo sobre la vela del nueve conmemorativo, cántico tradicional, entrega  de regalos, miradas de despedidas al mar y al paisaje con piscina de la urbanización…  iniciamos el final del magnífico evento familiar, regresando agradecidos y dichosos a nuestra tierra manchega.

Adolfo Martínez García

miércoles, 3 de septiembre de 2025

 

             AQUEL CAMPAMENTO VOLANTE

Ahora que muchos niños y jóvenes, tras unas semanas de formación, convivencia y deleite en los campamentos de verano,  han vuelto ya a sus casas contentos y felices por las experiencias  y conocimientos adquiridos en plena naturaleza,   me vienen a la memoria los campamentos nuestros de 1954 y años posteriores,  también  en Riópar, donde aprendimos a medio-nadar, orientarnos por las estellas  y tantas otras cosas, con once o doce años de edad.

   Pero uno de los mejores campamentos que recuerdo,  fue de cuando ya no era niño, sino después, en plena  juventud floreciente, con 21 años cumplidos.  Fue el “Campamento volante Virgen de los Llanos”, caminando en etapas desde Castellón hasta Tarragona, buscando y acampando en las mejores playas turísticas por las que pasábamos, con los permisos especiales de los gobernadores civiles para acordonar y delimitar nuestro espacio de campamento con las tiendas de campaña montadas en la playa. Estuvo convocado y realizado en el año 1963 desde Albacete capital,  a través de la Delegación Provincial de la Organización Juvenil Española, conmemorando el XIX centenario de la venida de San Pablo a España. Iba de jefe de campamento José  Luis García Vázquez, cuatro años mayor que un servidor.


   Participamos en dicho campamento volante cinco jóvenes rodenses: Manuel Moreno, Juan Merlos, Andrés Martínez, que eran unos años más jóvenes que yo, y Antonio Cebrián Villodre, de mi curso y generación.

   Al ser “volante”,  se nos indicaba que nos iríamos desplazando a través de un recorrido programado, andando y cargando con nuestras mochilas, sacos de dormir, tiendas de campaña, etc.  en cada una de sus etapas (que,  como ya dije, terminaban casi todas en magníficas  playas turísticas). Las distancias a recorrer diariamente solían variar, y eran  desde unos seis hasta veintitantos kilómetros; aunque, paralelamente a nuestras caminatas, viajaba nuestro cocinero en una furgoneta, donde iban los materiales, enseres, etc. más necesarios y más pesados.

   El 27 de julio de 1963, salíamos a las cuatro de la madrugada   desde Albacete en autocar para Castellón, y una vez allí comenzamos la primera etapa caminando, (Castellón- El Grao) que era la más cortita, “para hacer boca” (4  kms.). La siguiente fue hasta Benicasim (12 kms.); y cada día hacíamos andando la correspondiente: la 3ª, Benicasim-Oropesa (7 kms.) en cuya playa estuvimos acampados dos días. Y vinieron otras muchas etapas, algunas  fueron por la sierra: Alcocebre- Peñíscola (24 kms.); Peñíscola- Benicarló (6 kms.); …y en todas, de playa a playa: Cambrils-Salou (13 kms.), etc. etc. hasta que llegamos a Tarragona el día 9 de agosto y participamos en varios “Actos del Jubileo Paulino”: una comunión general; una audiencia especial en el palacio cardenalicio con el cardenal Arriba y Castro, …; y finalmente, la vuelta a Albacete en ferrocarril el día once de agosto, dando por terminado  aquel campamento volante inolvidable.

    Con lo jóvenes que éramos todos y el magnífico ambiente turístico que íbamos encontrando al final de cada jornada y playa, no nos cansábamos de andar, montar y  desmontar las tiendas de campaña, visitar las localidades donde llegábamos, etc. y, además, celebrar “un fuego de campamento” todas las noches antes de recogernos a dormir en las tiendas,  divirtiéndonos en mitad de la playa, rodeados de turistas extranjeros  aplaudiéndonos las canciones, los chistes, las melodías con la guitarra, las anécdotas y comentarios, y especialmente las actuaciones del “domador de elefantes” Manolo Moreno y su elefante creado con mantas sobre dos compañeros “compinchados”  que, al final de la doma y cuando menos se esperaba el turista voluntario y colaborador inocente, el elefante travieso solía hacerse “pis” encima del turista ( con agua de una botella oculta) levantando lentamente una pata trasera y mojando considerablemente al voluntario tumbado en el suelo mientras  le pasaba por encima la mole elefantil.

    Ese era el mejor y más gracioso espectáculo de nuestro “fuego de campamento”, riéndonos todos, turistas y nosotros, a  carcajada limpia con Manolo Moreno, desnudo de torso ( que le venía bien porque estaba quemado del sol abrasador y la ropa le hacía daño) y con turbante en la cabeza, cual famoso domador de elefantes,  dirigiendo muy serio la doma y gritándole al animalito llamado “Moco”, que pasaba varias veces por encima  del turista tumbado en el suelo, ignorando lo que le esperaba al final.  

   Conservamos aún en casa una carta del día 2 de agosto, de aquel 1963, desde Peñíscola, dirigida a mis padres y hermanas, en donde les expresaba textualmente:

 “…Manolo, el hijo de “Samuel el de la imprenta”, es el verdadero animador de las fiestas nocturnas o “fuegos de campamento …”

    He recuperado dos fotos (y aunque muy malas de enfoque y nitidez, son testimoniales) correspondientes a dos momentos de aquel campamento: una caminando todos excepcionalmente ligeros de carga durante una de las etapas; y en la otra foto, posamos juntos los cinco rodenses asistentes al evento. Y somos, de pie, de izquierda a derecha del espectador: Andrés Martínez, Manolo Moreno, Juan Merlos y Adolfo Martínez; y agachado, el primero de la derecha del espectador es:  Antonio Cebrián Villodre (+).

   Una mueca sonriente de alegría y de nostalgia se dibujará siempre en nuestros rostros al  recordar aquel curioso y anecdótico campamento  volante de nuestra juventud, que estuvo lleno de aventuras excepcionales y de risas desbordantes de felicidad.

Adolfo Martínez García

jueves, 28 de agosto de 2025

 

                        OTRO POCO DE…

          BARRO, FUEGO Y TRADICIÓN

Escribir en las redes sociales, en este caso en Facebook, como importante medio de expresión y comunicación entre las personas interesadas en temas sociales, genéricos o específicos, nos abre libremente nuevos  caminos  de acercamiento  con personas  hasta entonces desconocidas y alejadas  geográficamente, pero ya cercanas al tener los mismos  o parecidos intereses, conocimientos  e inquietudes en temas comunes.

El tejero moldea las tejas en barro que después cuece en el horno

   Después de la publicación de alguno de mis artículos con cierta información que pudo gustar o interesar a determinas personas, recibí algunas veces comentarios curiosos por messenger, correo electrónico o a través del propio artículo,  y lo cierto es que congratula y anima mucho recibir tales misivas  que, a veces, vienen del extranjero (desde Bogotá por el primer artículo sobre Enrique de la Hoz…); y es de agradecer para  continuar investigando y  escribiendo.

   Hoy me voy a referir a dos interesantes comentarios que recibí tras el artículo titulado “De aquellos trámites matrimoniales”, publicado en Facebook a mediados de abril del presente año  y también en mi blog “La Roda, mi patria chica”; pues en ambos mensajes ( uno desde Sevilla y otro desde la localidad oscense de Aísa, me sugerían que la primera persona de apellido Cebrián y tejero de profesión debió ser un tejero venido a La Roda desde la localidad oscense de Aisa.

   Sería importante genealógicamente hablando, saber con certeza estos detalles de las familias relacionadas con” el barro, el fuego y la tradición “( que fue el título de otro artículo sobre el mismo tema  y linaje Cebrián, que desarrollé en la revista local Plaza Mayor en los ejemplares nº 28 y 29 del año 1997).

   Las sugerencias e informaciones dadas por los comentaristas César Osanz Cebrián, desde Aisa (Huesca), y por Ana Carras Cebrián, desde Sevilla, nos invitan a realizar una curiosa investigación para aclarar dichos orígenes. En esta búsqueda estaba inmersa Ana Carras cuando me escribió y no sé  qué resultado obtendría finalmente. Yo revisé un poco, “por encima”, los censos y listas de habitantes rodenses en diversos años históricos y no puedo afirmar ni negar, hasta ahora, que sea así como ellos han sugerido sobre el primer Cebrián de oficio tejero. Y sigo indagando. Pero encontré entre la primera lista de habitantes de La Roda en el año y censo de 1586 que, ya habitaba en La Roda  un Juan Cebrián y un Alonso Cebrián; aunque no se especificaban sus oficios.

   Después, en otra lista de rodenses del año 1752, en el “censo de La Ensenada”, figuraban en La Roda un  Pedro Onsurbe Cebrián ( + ya difunto, y no dice qué oficio tuvo) casado  con María Zebrián, teniendo un hijo, Alonso José Cebrián, de 21 años y de oficio tejero.

   Y en la lista de otro censo rodense del año 1857, existen ya muchísimos Cebrián de oficio tejeros, pues  fueron ramas muy prolíferas, descendientes de los anteriores Cebrián de listas más antiguas, teniendo  algunas familias Cebrián  hasta doce hijos y los varones eran todos del mismo oficio: tejeros ; por lo que, para evitarse su propia competencia familiar, tuvieron que marcharse algunos a otras localidades con sus ancestrales trabajos entre el barro y el fuego .  Y esto ya lo comprobé hace tiempo, estando muy extendidos por toda España; por lo que no expongo aquí y ahora la última y extensísima lista del siglo XIX con personas rodenses apellidadas Cebrián y tejeros de oficio; además,  ya están muy alejados del primer nombre y año  que estamos buscando para saber si el primer Cebrián era original de La Roda, o nos vino de fuera como me sugirieron los dos comentaristas ya mencionados anteriormente; ( pero podrían encontrar la última lista  local en los ejemplares de la revista  Plaza Mayor, nº 23 al 31. Años 1997-98).

   Por otra parte, he intentado buscar el apellido Cebrián por Internet en la localidad de Aísa (Huesca), por el año de 1586, o décadas posteriores más próximas a dicho año, para  comparar los resultados que obtuviese con la lista primera   de habitantes de La Roda con dicho apellido, y no he encontrado gran cosa: Aparecen personas con este apellido a partir de censos de los años 1892 y 1898. No he podido encontrar nada más antiguo y tampoco sé en cuales datos y documentos se basaron Ana Carras y César Osanz para creer que el primer Cebrián provenía de la localidad oscense de Aísa. Me gustaría leer algún día sus investigaciones o informaciones para que nos sacaran de dudas. Es una curiosidad muy interesante que no tiene más trascendencia que la de compartir el origen genealógico y cultural de un inmenso y ancestral linaje.

Adolfo Martínez García

jueves, 21 de agosto de 2025

 

LA MÚSICA, ESTIMULANTE DE LOS RECUERDOS

Seguramente que todos hemos sentido la experiencia de tener viejos recuerdos  que nos vienen de improviso, asociados y motivados  especialmente con la audición de alguna canción  o melodía determinada. Y cuando escuchamos “esa específica canción”… automáticamente surgen esos entrañables recuerdos casi olvidados, porque están asociados íntima y musicalmente en nuestro cerebro.

   A cada persona le ocurrirá de una manera diferente esa asociación de estímulos musicales y recuerdos. Por ejemplo a mí, me ha ocurrido recientemente, y ha sido repasando una selección de canciones grabadas en un pequeño reproductor mp3, al escuchar la bonita canción “El mundo”, cantada  por Jimmy Fontana, que estuvo de moda por los años de 1967 y que solíamos escuchar casi a diario en la televisión, radio… o en aquellas grandes consolas-gramolas de los bares,  que  reproducían los discos  contenidos en su interior. Dichas máquinas estaban en algunos  restaurantes y bares del pueblo y,  tras introducir unas monedas de las entonces pesetas y pulsar el correspondiente botón selector del disco, lo podías escuchar junto al resto de personas presentes. Y es una pena que ya no se encuentren fácilmente.



   Al  escuchar la canción ya mencionada, me vino a la memoria la existencia de aquel pequeño local y bar de juventud que hubo en la ahora calle Castelar, donde se ubicaba el club juvenil “Roda Joven”, que en los domingos, más en los días de fiesta, solían frecuentar pandillas de chicas y chicos, conversando y tomándose algún refrigerio; y recuerdo que, por aquellos años de 1967, solía ir un rato a tomarme alguna cerveza en la barra, mientras ponía y escuchaba una de las últimas canciones que su moderna gramola  nos ofrecía.  Casi siempre, me gustaba elegir  “El mundo” y también  otras veces “San Francisco”, interpretado por “Los Mustang”; ambas estaban muy de moda por entonces; hace ya cincuenta y ocho veranos,  cuando yo era un joven de 25 años.

   Por tal motivo, aunque han pasado muchas decenas de años,  cuando  oigo de nuevo esas determinadas canciones de entonces,  vuelven los mismos recuerdos de aquel bar y club  “Roda Joven” de 1967; y con todo ello, por la misma asociación de ideas, recuerdo a los entonces jóvenes, dinámicos y modernos curas llegados no hacía mucho a La Roda: don José Luis  García Cañada y don Victoriano Navarro Asín,  promotores principales de la creación de aquel magnífico y oportuno club de jóvenes,  que tanto bien hizo entre la juventud rodense.

   Y  podrán repetirse otras asociaciones parecidas de recuerdos con otros estímulos musicales  de otras canciones, por ejemplo en mi caso: la canción “Arrivederchi María” interpretada por Santiago y su orquesta, asociada con los bailes  en la pista municipal durante las fiestas patronales de agosto y, claro, bailando con Carmen; o la canción “Todos los chicos y chicas…” cantada por Fransoise Hardy me recuerdan inmediatamente las clases de guitarra que daba en mi casa en los primeros años de mi matrimonio , donde enseñaba esta canción con sus cambiantes acordes melódicos; o la adaptación bailable y moderna de la canción mejicana “No volveré”, cantada  por el grupo “Trinidad” me recuerda los bailes magníficos del inolvidable Castilla Park; etc. etc. ( Recordando aquellas tardes  maravillosas de los domingos en el Castilla Park, creé este dibujo que ilustra  mi artículo).

   Si lo piensan, todos tendrán parecidas asociaciones de ciertas canciones con determinados recuerdos. Nuestro cerebro nos guarda y custodia estas técnicas asociativas que, con ellas, también nos traen las alegrías y las nostalgias de nuestros años pasados e irrecuperables.

Adolfo Martínez García 

sábado, 16 de agosto de 2025

 

UNA TARDE DE AGOSTO

Entre el susurro monótono del agua saliendo fuertemente por los impulsores de la coqueta piscina familiar;  con el pasajero y ocasional aleteo de los pájaros rondando los frondosos olivos con  nidos y polluelos; igual que otras aves posadas en los cipreses que contornean la parcela; casi desnudo, expuesto al aire y al sol, y medio dormido, con el rutinario vagar de mis miradas perdidas por el verde paisaje  de árboles y arbustos  que adornan la siesta, se escapan de mis labios sonrientes y perezosos, pero esperanzados, dos sílabas preciosas que se unen al paisaje de este atardecer veraniego: CAR-MEN.



   E inconscientemente se repiten las mismas sílabas con anhelo, mientras se me aceleran las pulsaciones del corazón  y recorre por mi piel una sensación entrañable de dulzura y de paz: CAR-MEN.

   Al paisaje y al bienestar de la tarde sólo le faltaba ella; y mi mente quiere traerla, traerla de nuevo otra vez, como cada día, en cada instante; porque si estoy ahora donde estoy e hice lo que hice,( esta pequeña piscina en el campo y en la parcela que es un trozo de tierra  que fue de su abuelo),  es gracias a Carmen. Cuando decidí hacer aquella obra le pareció bien, y me animó mucho para hacerla.

   -Ten cuidado con los viejos olivos, que no se estropeen que los plantó mi abuelo- me dijo insistentemente.

   Nunca me dijo no a cuanto proyecté. Ella quería verme feliz para serlo también a su vez. Por eso mismo, porque gracias a ella está todo hecho y podemos disfrutarlo , por eso y por todo, me estoy acordando de ella y la traigo una vez más junto a mí, con su recuerdo atractivo y cariñoso, hasta este paisaje silvestre en donde seguirá siendo la reina de mis pensamientos.

   Y así, ella llega. Mi mente y mi corazón la sueñan juntos y la traen aquí, ahora. Se abre la puerta de oro de los recuerdos y durante unos minutos parece  endulzarse  el aire y la yerba; el agua resplandece burbujeante  en ondas silenciosas y los gorjeos de los pajarillos con sus madres se atenúan o callan respetuosos. Pasamos unos instantes felices en el pensamiento: su juventud, su bondad, su cariño, su amor, todo su ser fue recordado en unos minutos preciosos.  Ella y yo otra vez juntos y enamorados.

-Si vieras realmente la obra terminada…¡Es un pequeño paraíso de paz y frescor!- me dije mentalmente que le podría haber dicho a ella, si la imagen mental que yo imaginaba,  fuera  físicamente real.

   El paisaje rural se enriqueció con su recuerdo, con su sonrisa atractiva y soñadora. Es como si estuviera aquí delante, etérea en el aire cálido de esta tarde de agosto; entre el murmullo depurador del agua aprisionada y el volar de las aves regresando cansadas a su hogar.

   Pero pasan los minutos, y está oscureciendo paulatinamente, hay menos luz,  el Sol ya ha desaparecido entre los olivos y cipreses más alejados de la parcela. Llegará pronto la noche y salpicarán las estrellas el cielo invitándonos otra vez a soñar. Es ya tarde. Recojo mis cosas, me cambio, apago la depuradora y me voy. Pero mis labios sosegados y nostálgicos, inconscientemente, vuelven a sonreír y a repetir las dos sílabas queridas y mágicas: CAR-MEN, porque mirando  al firmamento estrellado, tal vez, ella me siguiera acompañando llena de felicidad.

Adolfo Martínez García


martes, 12 de agosto de 2025

 

            COMO ESTA  TARDE… HACE 47 AÑOS

No se me olvida, no se me podrá olvidar jamás: Aquella tarde fue el inicio  de una nueva y maravillosa vida  llena de amor y esperanzas, de ilusiones y sueños que se irían convirtiendo en  realidades. Aquel 12 de agosto de 1998, en una tarde como la de hoy, nos casábamos Carmen y yo en nuestra iglesia parroquial El Salvador. Quisimos iniciar el mejor sueño de nuestras vidas, la mayor ilusión y responsabilidad imaginadas, nuestra última aventura juntos, como sería compartir nuestra existencia, nuestras vidas y almas juntas para siempre,  con nuestras posibles penas y alegrías,  certezas  o desaciertos, luchas,  éxitos o fracasos;  compartiríamos todo lo bueno y lo malo que nos trajera la vida futura; y así fue durante 41 años de matrimonio.



   Y después de marcharse ella de este mundo, tan temprano, sin haber imaginado siquiera que podría ocurrir,  cada año, en esta fecha tan solemne para ambos, vuelvo a recordarla con inmenso cariño, amor y veneración, como la recuerdan el resto de su familia, amigas y amigos.

Adolfo Martínez García

        UNA CARROZA Y UNA BODA ENTRAÑABLES         Qué contraste de sentimientos he experimentado   recientemente, entre alegrías y nostal...