DE
LOS ESPACIOS OCUPADOS
No sé cuantas personas
podrán estar en la misma situación, de tener ocupados todos los espacios de los
estantes de sus librerías de casa con materiales que, en su día, estuvieron de
moda y en uso, pero que apenas se
utilizan ya, porque han quedado obsoletos, y ahora se emplean otros más modernos y con novedosas tecnologías.
Y no obstante, todo ese antiguo material sin uso práctico, sigue almacenado en
los estantes de los armarios; tal vez, por determinados motivos muy significativos,
como el tenerles cariño, asociarlos con especiales circunstancias y recuerdos, el darles un gran valor sentimental…
Por ejemplo habrá quienes tengan grabadas y guardadas las
primeras cintas grandes de audio para magnetófonos; y las que después surgieron
como cintas pequeñas para los radio-casetes; también estarán guardadas las
cintas grandes en vídeo con películas, reportajes culturales y recuerdos
familiares, etc.; y las cintas pequeñas y originales de las cámaras de vídeo,
que se conservarán con sus correspondientes aparatos antiguos de grabación y reproducción.
Y aunque surgieron después los modernos discos
CD y DVD, así como el “pincho o lápiz USB”, el “pendrive”, con unas dimensiones
mínimas, pero capaces de almacenar innumerable información, sonidos e imágenes,
muchas personas no quisieron deshacerse del material antiguo almacenado, aunque
ocupara mucho espacio, y continuaron
guardándolo.
|
Estantes ocupados con cintas grabadas en vídeo y tomos de diferentes enciclopedias |
Pero, ¿cómo esas personas iban a ser capaces de deshacerse, por ejemplo,
de la colección de cintas de vídeo “Las cien películas de nuestra vida”, si
pensaban que eran las mejores cien películas de la historia del cine, que con tanta ilusión compraron y estuvieron
viendo en familia?; o de las colecciones
de vídeos sobre la naturaleza, la caza, animales salvajes, y otros muchos temas.
Y era imposible no seguir guardando los múltiples reportajes
de personajes y acontecimientos de sus respectivas localidades, como romerías, fiestas,
comuniones, bodas, bautizos…, grabados y archivados en vídeo.
¿Y qué decir de los queridos libros? que
alimentan el entendimiento y embellecen los salones de las viviendas, honrando y
dignificando a sus dueños; pero ocupando muchísimo espacio en las estanterías
de sus muebles; cuando hoy, por Internet, se encontraría la información deseada
a través de un teléfono móvil o de un
ordenador, y ambos ocupan un mínimo
espacio en la mesita de noche o en la consola del dormitorio.
Pero, ahí están en las casas las
entrañables, grandes y costosas enciclopedias
que las familias compraron hace tiempo y están ocupando grandes espacios, sobre todo
las compuestas por varios tomos, y otras de distintas especialidades: de historia,
de arte, de geografía, etc.
¿Y quién sería capaz de deshacerse, por
ejemplo, del “Larousse de Historia Universal” con 20 tomos?; de la “Summa Artis”
con más de 40 tomos; de la colección “Atlas de National Geographic Society”,
con 14 tomos; “Obras selectas de los premios Nobel” con numerosos volúmenes; y tantas otras posibles
colecciones importantes; creyendo además, que los libros deben ser siempre respetados
e intocables en ese sentido.
Tal vez, el problema resida en las edades
que tengan las personas. Actualmente, con Internet y la facilidad para encontrar
y almacenar electrónicamente los conocimientos, creo que ningún joven se
compraría ahora una de aquellas grandes enciclopedias que antaño sus padres o
abuelos adquirieron. ¡No les hace falta tenerla impresa y encuadernada en
papel! ¡La pueden tener en un moderno “pendrive”, a través de los buscadores
(Google, Yahoo, Bing, Firefox, etc.). Y serían las personas maduras y mayores, ─que
compraron hace tanto tiempo sus colecciones de cintas y libros, cuando aún no se
disfrutaba plenamente de la electrónica─, quienes tendrían los problemas de la falta de
espacio, y muy especialmente aquellas personas que vivan en un pequeño piso.
Entonces, ¿Se deberían despejar los espacios
que ocupan esas cintas inolvidables y
esos libros maravillosos para poder ser ocupados con otros soportes u objetos que estén más de
moda y actualizados? ¿Qué deberían hacer esas personas necesitando más espacios
libres?
Adolfo Martínez
García